No pudo ser. Después de que los españoles acudiesen el 28 de abril a las urnas para elegir a sus representantes para el Congreso de los Diputados, los partidos políticos no han sabido llegar al acuerdo al que aquellos resultados les obligaban y habrá nuevas elecciones generales el 10 de noviembre.
El rey Felipe VI firmó el 24 de septiembre el decreto de disolución de las Cortes toda vez que, tras la preceptiva ronda de consultas para designar candidato a la presidencia del Gobierno, las negociaciones previas entre las formaciones no desembocaron en un acuerdo que garantizase la investidura del candidato del PSOE, Pedro Sánchez, partido que, con 123 escaños, fue el vencedor de los comicios de abril, aunque el resultado le obligaba a pactar.
Sin embargo, tras semanas de anuncios, reuniones, estrategias y encuestas sobre estimaciones de voto a la luz de las posturas de los distintos líderes políticos, Sánchez, después de una primera investidura fallida en julio, manifestó al monarca que no se presentaba a la investidura, lo que obligaba al rey a clausurar esta breve XIII Legislatura y convocar a los españoles a sus cuartas elecciones generales desde 2015.
“Me ha producido disgusto e inquietud porque no hayan podido llegar a un acuerdo”. Así reacciona el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, cuando se le pregunta por la nueva convocatoria electoral. Con tono apesadumbrado, el cardenal arzobispo de Valladolid se expresa en Vida Nueva: “Yo no digo quién puede o quién no puede tener más o menos responsabilidad para haber llegado a esta situación, pero, en todo caso, a mí, como ciudadano, me ha producido desasosiego”.
Blázquez confía en que, antes o después, se encuentre “una vía” que pase por el diálogo y el consenso: “Si el bien común no concita las voluntades de todos, es muy difícil ponerse de acuerdo. Para eso, todos tienen que ceder y todos tienen que ser generosos”. De ahí que, una vez más, como viene haciendo cada vez que se ha convocado a los españoles a las urnas, el presidente de los obispos apele a la Transición, en tanto que “aquellos años fueron maravillosos, y no podemos dar por caduco ni por concluido aquel espíritu”.
Consciente de los sondeos que vaticinan una mayor abstención ante el desencanto de la ciudadanía hacia la clase política, Blázquez anima a los católicos a participar con su voto en los comicios. “Hay que estar ahí, hay que votar, sacando los resortes de nuestras convicciones más hondas, el amor a nuestro pueblo y la confianza en la justicia, en la libertad”.