El papa Francisco aceptó este 1 de octubre la renuncia, por límite de edad del cardenal Jean-Pierre Ricard, arzobispo de Burdeos. Tras el anuncio hecho público por la Santa Sede, ninguna diócesis francesa es pastoreada ya directamente por un cardenal.
La marcha de Ricard, que el pasado 25 de septiembre cumplió 75 años –edad canónica de jubilación–, no ha supuesto ninguna sorpresa entre sus colaboradores y feligreses, pues ya había anunciado públicamente en las últimas semanas que no prolongaría su estancia como arzobispo de Burdeos. Ricard, originario de Marsella, ha ocupado durante 18 años la sede a orillas del Garona, responsabilidad pastoral que le valió recibir la birreta cardenalicia en 2006.
Con Ricard se va el último cardenal al frente de una diócesis en el país galo. El cardenal André Vingt-Trois dejó la Arquidiócesis de París en noviembre de 2017. En cuanto al cardenal Philippe Barbarin, aunque todavía figura como arzobispo de Lyon, se le nombró un administrador apostólico a la espera del juicio de apelación tras la denuncia cursada contra él por presunto encubrimiento de abusos sexuales.
Así las cosas, de los cuatro cardenales franceses con derecho a voto en un hipotético cónclave, solo uno ocupa un cargo actualmente. Se trata de Dominique Mamberti, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, y el único francés también que ha sido creado cardenal por el papa Francisco en 2015.
Aunque el cardenal Ricard deja de ser arzobispo de Burdeos, hasta que cumpla 80 años, sigue integrando varios dicasterios romanos de los que forma parte: la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para el Culto Divino, la Congregación para la Educación Católica, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y, finalmente, el Consejo para la Economía.