En la cárcel central de Yaundé, la capital de Camerún, hay presos que, más allá de su falta de libertad, son golpeados por las enfermedades mentales, la tuberculosis o el sida. Personas que, por si fuera poco, no tienen una familia o una red de amigos o conocidos en la que apoyarse. Pero no están solos: la Fundación Benito Menni reivindica para ellos “unas condiciones de vida que favorezcan la consideración integral de la persona, en su dimensión física, psíquica y espiritual”.
Aunque no se quedan en las palabras… A través de su programa de alimentación e higiene, ofrecen a estas personas un digno nivel alimentario y de salud. Un oasis de luz en medio de tanta oscuridad, pues estamos ante una cárcel que padece una grave situación de hacinamiento. Y es que, si bien tiene una capacidad de 800 plazas, la realidad es que, actualmente, alberga a 4.652 internos… Casi seis veces más de lo que podría para asegurar unas mínimas condiciones de vida. Una lacra que padecen hombres, mujeres… y menores. Lo que conlleva un deterioro tal que, del hacinamiento, se pasa a otras situaciones aún más graves: insalubridad, falta de alimentos y una promiscuidad descontrolada.
Impactadas ante esta realidad
Desde Madrid, la religiosa hospitalaria Rosa Izquierdo, miembro destacado de la Fundación Benito Menni, detalla a Vida Nueva cómo surgió todo: “Fue hace unos 15 años, cuando nuestras hermanas misioneras en Yaundé nos hablaron de la fuerte necesidad que experimentaban los enfermos mentales en la cárcel. Privados de todo, las seis religiosas y un grupo de jóvenes que se organizan en torno a nuestro carisma, especialmente volcado en la atención a las personas con enfermedades mentales, empezaron a visitar la cárcel. Desde aquí, nosotros buscamos recursos para apoyar esa importante labor”.
La propia religiosa cuenta el impacto que sintió cuando pudo visitar la prisión de Yaundé hace tres años: “Es impresionante, ni siquiera podemos imaginarnos lo que se vive ahí… Allí sientes un dolor muy hondo. Los guardias, que deberían ser los protectores de estas personas, no están en condiciones. Y estos chicos viven en apenas un cuadrado, sin poder moverse. A los demás presos, sus familias les visitan y les llevan comida o cosas para su día a día. Pero, a ellos, nada… Y todo por la percepción que hay en África sobre las personas con dolencias psiquiátricas. Las consideran endemoniadas y presas de malos espíritus. Si en España a veces es un tema tabú y la gente reconoce que va al psicólogo pero no al psiquiatra, imagina lo que ocurre allí…”.
En el corredor de la muerte
No solo les ofrecen acompañamiento humano, comida, medicación o la posibilidad de que les visiten unas enfermeras psiquiátricas. Desde la Fundación Benito Menni se vuelcan de un modo integral con estas personas, ofreciéndoles incluso ayuda jurídica cuando es necesario. “Siempre tengo presente –se lamenta Izquierdo– a un chico de 19 años que está en el corredor de la muerte. Su padre era político y lo habían asesinado… El Gobierno culpó a la propia familia y el chico entró en la cárcel, con un gran sufrimiento personal. Nosotros apoyamos su causa, pero hasta ahora nadie ha querido escucharnos”.
Su labor va más allá de la prisión y se extiende a las calles de la capital camerunesa, como hacen en otros países del continente: “Fuera también hay muchas personas con enfermedades mentales y que sufren el mismo rechazo social por ser consideradas como endemoniadas. Nosotros vamos poco a poco con ellos: nos acercamos y les damos una coca-cola. Otro día, arroz. Otro, ropa. Otro, les cortamos el pelo. Otro, les conseguimos medicamentos… Es maravilloso cuando algunas de estas personas consiguen rehabilitarse y podemos volver a ponerlas en contacto con sus familias”.
Reconocidos por el Sabadell
La Fundación Benito Menni es una de las 33 entidades a las que el Grupo Banco de Sabadell ha decidido beneficiar con una serie de ayudas económicas, ofrecidas desde el Proyecto Ético y Solidario Sabadell, como se conoció en el acto celebrado en Madrid el pasado 26 de septiembre.