El obispo emérito de Xingu (Brasil), Erwin Kräutler, ha denunciado hoy, durante el encuentro con los medios para informar sobre el avance del Sínodo de la Amazonía, las consecuencias negativas que tienen sobre el medio ambiente la construcción de hidroeléctricas en la región. Ejemplo de ello es la de Belo Monte, la tercera mayor del mundo, y que es “presentada como energía limpia, ha acabado con ríos, bosques, con las migraciones, matado peces, alterados ciclos vitales y provocado la pobreza de tantas familias”.
Asimismo, ha señalado que en la ciudad de Altamira el impacto por la construcción de esta planta de energía “fue tremendo”, provocando que pasara de ser “una ciudad pacífica a una de las más violentas de Brasil”. “A las poblaciones afectadas se les ha prometido de todo”, denunció el prelado, de 80 años, pero “lo que ha sucedido es todo lo contrario”.
“Gritamos y gritamos, pero el pueblo local nunca fue consultado y no tuvo tiempo de opinar”, añadió. Kräutler habló, además, sobre los incendios en el Amazonas, y ha denunciado la pasividad de la comunidad internacional. “Todos han visto lo que ha sucedido, pero nadie habla de las consecuencias que tiene”, señaló, subrayando que, ante esta situación, “la Iglesia no puede callar”.
En defensa de los casados y las mujeres
Además de expresar su preocupación ante la situación ambiental de la región, Kräutler se ha manifestado como uno de los obispos que defienden la ordenación de hombres casados para celebrar la eucaristía en las zonas en zonas de difícil acceso. “Lo digo con gran sinceridad, no hay otra opción”, ha afirmado, ya que “un tercio de los católicos de las poblaciones indígenas no pueden celebrar misa porque no hay sacerdotes”, pero ellos “no entienden el no estar casados”.
“A veces cuando les visito me preguntan: ¿dónde está tu mujer”, señaló. Por otra parte, Kräutler también ha defendido que, ante la realidad de que dos tercios de estas comunidades estén coordinadas por mujeres, sería necesario “estudiar una especie de diaconato para ellas”.