América

Misioneros extraordinarios en lo ordinario: Miguel Ángel Gullón, ¡República Dominicana es mi misión!





En este espacio ya hemos contado las historias de Juan Manuel Febles y Cecilio Arturo Molina, dos amigos de El Seybo (República Dominicana) que ya forman parte de la Orden de los Predicadores. La vocación de ambos ha estado marcada, en buena parte, por el dominico español Miguel Ángel Gullón.

En conversación con Vida Nueva, relata cómo empezó todo para él: “Mi familia es la artífice de mi vocación. De mi infancia recuerdo la ternura con que mis padres me cuidaron y, sobre todo, el ejemplo de sacrificio y tesón en el trabajo, en la vida de cada día, para que mi hermana y yo pudiésemos tener lo que necesitábamos. La vivencia de la fe, el descubrimiento de Dios, fueron de la mano”.

Y cruzó el océano

También insiste en que “debo mucho a los frailes, algunos ya descansando junto a Dios, quienes nos formaron primero como personas. Sin prisa, al paso, nos ayudaron a descubrir nuestro lugar en el mundo”. Tras concluir el noviciado y encarnar su vivencia en la Comunidad de Babilafuente, dio a luz a su sueño: “Cruzar el océano”.

“República Dominicana –concluye– ha acrisolado mi vocación. Más fuerte unas veces y más débil otras, pero sabiendo de la mirada de Dios y del espíritu de la Familia Dominica, que la fortalecen siempre. Siento que mi vocación no es solo mía, que se la debo a muchas personas. Y que voy encontrando mi lugar donde vivo ahora, echando raíces de donde tomo la fuerza que necesito para acompañar a los demás. La Familia Dominica y las personas más sencillas acrecientan mi fe”.

Flores de anuncio

Por lo mismo, destaca la “alegría” que siente al “acompañar a Cecilio y Juan Manuel, vocaciones de nuestra misión, semillas que van germinando en flores de anuncio de la dignidad para nuestra provincia de El Seybo, donde se dan violaciones sistemáticas a los derechos humanos por parte de las azucareras Central Romana y Grupo Vicini. Ellos nos animan a seguir en la lucha por un mundo más justo y fraterno, buscando la felicidad dentro de sí mismos para compartir con los preferidos de Jesús”.

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