Vaticano

El Papa y las mujeres del Sínodo Panamazónico

 





No ha sido un acto protocolario del Sínodo Panamazónico, sino una foto de familia que comenzó a rotar por las redes sociales pasadas las 11 de la mañana de este sábado 12 de octubre.

“Fue como cuando estás con uno de los ancianos de mi pueblo, te acercas, te abraza, te expresa su profundo afecto”, ha dicho a Vida Nueva Anitalia Claxi Pijachi Kuyuedo, líder indígena de la Amazonía colombiana.

Anitalia es una de las 28 mujeres auditoras del Sínodo Panamazónico que mañana completa una semana desde su apertura el pasado 6 de octubre.

Al interior del aula Pablo VI, donde tuvo lugar la memorable escena, la suya es la voz de su pueblo, de sus ancestros, de las comunidades de Leticia, en la triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú.

Un encuentro afortunado

El momento, casual y épico simultáneamente, se produjo cuando un grupo de mujeres estaban tomando el ascensor durante el receso de la sesión sinodal de la mañana, coincidiendo con Francisco: ¡cultura del encuentro en movimiento! Anitalia, por su parte, logró el ángulo para la selfie que ya muchos se han sacado con el Papa desde el primer día, incluyendo, claro está, buena parte de las casi 40 mujeres que están presentes en el Sínodo.

‘Selfie’ de un grupo de mujeres con el papa Francisco en el ascensor del aula sinodal / Anitalia Pijachi

Durante toda la semana el papa Francisco ha conversado espontáneamente con ellas, y las escucha atentamente cuando intervienen en la asamblea. Hace un par de días, incluso, se refirió a la violencia contra las mujeres en el aula sinodal.

A Alba Teresa Cediel, la laurita que puso sobre el tapete la realidad y el compromiso de las religiosas misioneras en la Amazonía, le autografió la encíclica Evangelii Gaudium con la siguiente frase: “Para Alba Teresa, con mi bendición, pidiéndole que rece por mí”.

Alba Teresa Cediel con el libro autografiado por el papa Francisco / Julio Caldeira

Son gestos, son acciones, son actitudes de Francisco, el obispo de Roma, que como anfitrión acoge y valora a las mujeres sinodales. A juzgar por la foto de familia que se viralizó: pletórica de ternura. Le quieren como al abuelo de la comunidad de Anitalia, como a un hermano de camino. Justo en el momento en que la tomaron lo habían convencido que se pusiera en el medio, lo rodearon, lo abrazaron, le tomaron de la mano. De nuevo ‘la alegría del Evangelio’. ¡Cultura del encuentro en movimiento!

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