“No podemos olvidar que lo que acumulamos y desperdiciamos es el pan de los pobres”. Así lo expresó hoy el papa Francisco en su mensaje al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que este año tiene como lema ‘Nuestras acciones son nuestro futuro. Una dieta saludable para un mundo con #hambrecero’.
“Espero que este lema ayude a no olvidar que hay quienes todavía se alimentan de una manera poco saludable. Resulta cruel, injusto y paradójico que, hoy en día, haya alimentos para todos y, sin embargo, no todos tengan acceso a ellos, o que existan regiones del mundo en las que la comida se desperdicia, se desecha, se consume en exceso o se dedican alimentos a otros fines que no son alimenticios”, expresó el Papa en su misiva.
Francisco ha insistido una vez más en que “la lucha contra el hambre y la desnutrición no cesará mientras prevalezca exclusivamente la lógica del mercado y se busque solo la ganancia a toda costa, relegando los alimentos a un mero producto de comercio, sujeto a la especulación financiera y distorsionando su valor cultural, social y marcadamente simbólico”.
La Agenda 2030, a dos velocidades
En el comienzo de sus palabras, Jorge Mario Bergoglio ha recordado que, “a pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sigue siendo un programa por realizar en muchas partes del mundo”. Así, en muchos lugares, “la comida deja de ser medio de subsistencia para convertirse en cauce de destrucción personal”.
Frente a los 820 millones de personas que pasan hambre, hay casi 700 millones con sobrepeso, víctimas de hábitos alimenticios inadecuados. “Estos ya no son simplemente emblemas de la dieta de los ‘pueblos de opulencia’ (cf. Pablo VI, Enc. ‘Populorum Progressio’, 3), sino que comienzan a habitar incluso en países de renta baja, donde se sigue comiendo poco y mal, copiando modelos alimenticios de las áreas desarrolladas”. Por causa de la malnutrición, “las patologías vinculadas a la opulencia pueden derivar tanto en un desequilibrio por ‘exceso’, cuyos resultados son a menudo la diabetes, enfermedades cardiovasculares y otras formas de enfermedades degenerativas, como en un desequilibrio por ‘defecto’, documentado por el creciente número de muertes por anorexia y bulimia”, ha agregado.
Al termino de su mensaje, Bergoglio ha puesto en valor la atención de la FAO “a la tutela de la familia rural y a la promoción de la agricultura familiar”. “En el ámbito familiar, y gracias a la sensibilidad femenina y materna, se aprende a disfrutar el fruto de la tierra sin abusar de él y se descubren las mejores herramientas para difundir estilos de vida respetuosos del bien personal y colectivo”, ha concluido.