Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pidió no olvidar que la palabra lleva a la obediencia de la fe, “lleva a la pertenencia y se convierte en un signo que invita a la conversión”.
En la misa de inauguración del XXVI Encuentro de Pastoral de la Comunicación, que se lleva a cabo del 14 al 18 de octubre en la Diócesis de Ciudad Juárez (estado de Chihuahua), Cabrera López explicó que al ser “parte de la familia de Dios, nuestra tarea en los medios de comunicación es llevar a la obediencia de la fe; hacer posible que la palabra que oyen los seres humanos les sirva para cambiar sus vidas”.
Actuar con humildad
El arzobispo Cabrera López consideró que hoy el mundo vive una crisis ética y moral, donde “se modifican los enramados y las relaciones humanas”, y en esas circunstancias nos toca animar a obedecer, a escuchar, a oír con humildad, pero siempre con esa actitud de quien entiende que no lo sabe todo, que no lo controla todo, que no lo posee todo, y que delante de Dios se pone en actitud de escucha, de humildad. “Una palabra que sale con soberbia es una palabra que no toca el corazón de nadie”.
Asimismo, recordó que el papa Francisco, en Evangelii Gaudium, “pone como característica de la palabra su sentido materno, una palabra con ternura, una palabra que aunque a veces es repetitiva, brota del corazón de quien la pronuncie”.
En ese sentido, advirtió que en la Pastoral de la Comunicación “no hay que denostar, injuriar, mentir, acelerar la violencia; a nosotros nos toca llevar al pueblo a obedecer a Dios, a escucharlo con humildad porque el que escucha a Dios con humildad también puede escuchar al hermano, al prójimo; todos estamos bajo obediencia a Dios y al hermano”.
La palabra debe unir
El presidente de los obispos se refirió también a la importancia de acortar distancias; “la palabra que rompe la comunicación es una palabra que no proviene de Dios, por eso en el seminario los jóvenes se van educando en la palabra; el seminario es un nido de la palabra donde se va gestando para que salga apropiada a favor del pueblo y a favor de ustedes”.
Detalló que la palabra primero lleva a la obediencia, pero si no hay quien la escuche, no tiene sentido, pues es un diálogo de sordos; “tiene que ser siempre: alguien habla, otro escucha, el que escucha habla, y se produce este diálogo”.
Hay que hablarle al pueblo –continuó diciendo a los periodistas católicos- pero no sólo a sus ideas, a sus sentimientos o a su voluntad, sino a su totalidad; las personas somos una síntesis y la palabra tiene que ser dirigida siempre a esa síntesis divina que el Señor ha hecho de nosotros, por eso la palabra tiene como destino la obediencia de la fe.
Para Cabrera López, una palabra que no crea comunidad es una palabra que no ha llegado a su destino definitivo; “si la palabra en la iglesia no hace la familia, si la palabra en la Iglesia no hace una comunidad, si la palabra en el mundo no genera un mundo más humano, la palabra no ha logrado, no ha llegado a su destino; la palabra crea familia, funda comunidad, hace humanidad”.