Nada más conocerse el pasado lunes 14 de octubre la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a los nueve líderes independentistas catalanes a penas que oscilaban entre 9 y 13 años de prisión, la Conferencia Episcopal Tarraconense hacía público un comunicado en el que pedían que “se respete” el fallo, apelaban a que se aplicara “la vía de la misericordia” e instaban a iniciar “un serio camino de diálogo entre los gobiernos español y catalán”.
A pesar de la contención que se palpa en la redacción del texto, que había sido consensuado días antes para integrar en él “las voces discrepantes”, su apelación a respetar “el poder judicial de un Estado de derecho”, no ha gustado en el mundo independentista.
“Nuestro comunicado casi no ha sido recogido por la prensa catalana. Hemos sido muy poco relevantes. La razón es que cuando decimos que hay que respetar la sentencia, hay mucha gente en Cataluña a la que no le gusta que esto lo digamos los obispos. Por eso, para unos somos unos traidores y para otros, cooperantes con el soberanismo”, señala un obispo a Vida Nueva.
Este prelado tampoco oculta su preocupación ante la deriva violenta desde que se conoció la sentencia, con la ocupación del aeropuerto de El Prat, el corte de autovías, carreteras y calles y las concentraciones ante organismos oficiales del Estado, donde se han producido enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que se han saldado con varios heridos y detenidos: “Estamos en un callejón sin salida, donde todos hablan de diálogo, pero donde nadie cede”.