Durante el Sínodo de la Amazonía que se realiza en Roma hay varios puntos que están causando preocupación en algunos sectores de la Iglesia católica, a raíz de la filtración de las opiniones que los padres sinodales han expresado en el aula de sesiones, propuestas que al final deberán ser votadas y presentadas al papa Francisco para su aprobación.
A 11 días de que concluya el Sínodo Extraordinario, Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas) y responsable de la Dimensión Episcopal para la Doctrina de la Fe, aclara algunos de estos puntos que están causando polémica.
Sobre el argumento de que el centro del sínodo es el cuidado de la casa común y la protección de las culturas indígenas, y no la centralidad de Jesucristo y de su obra redentora. Arizmendi explicó que el centro siempre será Jesucristo y el Reino que él instauró. “Y en ese Reino, son fundamentales la justicia, la fraternidad, el respeto a los demás, la defensa de los excluidos y descartados, como lo hizo Jesús, quien se presentó en Nazaret como el ungido por el Espíritu para traer una liberación integral. Eso es lo que Dios quiere para su pueblo”.
Otro de los argumentos que han marcado el sínodo es el hecho de que supuestamente se presentan las culturas indígenas como si fueran el ideal, como si en ellas no hubiera pecado. “No es así –explica Arizmendi– (…) la selva y sus habitantes poseen muchos tesoros de sabiduría, que son los que debemos conocer y valorar, pero también muchas limitaciones que se deben atender en justicia, y como en todas las culturas, también allí hay pecados”.
Y ante el argumento de que se están proclamando las religiones indígenas como lo mejor para ellos y para la humanidad, como si Jesucristo fuera irrelevante, el obispo emérito aseguró que la Iglesia estaría “perdiendo su identidad y sería infiel a su misión, si no se implicara con todas sus potencias en la evangelización, que incluye la centralidad de Jesús, el ministerio de su Iglesia, los sacramentos, la purificación de lo que sea contrario al Evangelio, el ofrecimiento de todos los medios salvíficos que Jesús nos dejó”.
Sin embargo, consideró que también es necesario descubrir qué manifestaciones hay de Dios en esas culturas, “pues no se les puede condenar como si fueran en todo obra del demonio. En muchos de sus modos de ser y de vivir, hay presencia oculta del Espíritu de Dios, hay acción salvífica de Jesús, que hay que descubrir y llevar a plenitud. Esa es nuestra tarea”.
Se dice también que a las mujeres se les quieren dar poderes jerárquicos, contrarios a la constitución de la Iglesia. “No es así –responde– se trata de reconocer su lugar en la comunidad local y eclesial”.
Tras recordar que el Código de Derecho Canónico faculta al obispo del lugar a autorizar a hombres y mujeres laicos para que bauticen, señaló: “Yo di esa facultad a muchos catequistas, incluso a mujeres indígenas, con mucha aceptación de la comunidad eclesial. Y faculté, también a mujeres, para presidir matrimonios, una vez que conseguí el consentimiento de la Conferencia Episcopal y de Roma, como indica el Código de Derecho Canónico”.
Continúa: “Ellos y ellas escuchan los problemas de varias personas, quienes les confían también sus pecados, como si fuera una confesión; les aconsejan, oran por ellas y les ayudan a arrepentirse. No les dan la absolución sacramental, pero les llevan a lo que llamamos ‘contrición perfecta’, que, según las normas de la Iglesia, les ponen en gracia de Dios y reciben la comunión. No hace falta que sean diaconisas u otra cosa”.
Y a propósito del argumento de que supuestamente se quiere acabar con el celibato sacerdotal al proponer la ordenación de hombres casados, explicó que sería una excepción, para casos particulares locales, como sucede en otras circunstancias, pero no aplicable a toda la Iglesia. “Por otra parte –apuntó– si hay Ministros y Ministras Extraordinarios de la Comunión, si hay diáconos permanentes, ellos pueden asegurar el alimento eucarístico en sus comunidades, sin necesidad de ordenar sacerdotes casados. Así lo hemos hecho. El Espíritu tiene muchos caminos de servicio sacramental en su Iglesia”.
Felipe Arizmendi hizo un llamado a abrir la mente y el corazón a los caminos que el Espíritu señale para la Iglesia, en este acontecimiento sinodal panamazónico, “y así Jesucristo sea la vida plena de esos pueblos y de toda la humanidad”.