Este jueves 17 de octubre, en el madrileño Palacio de la Prensa, se estrena el documental ‘Palabek, refugio de esperanza’, donde se narra la vida de los más de 50.000 refugiados de Sudán del Sur que sobreviven como pueden en este asentamiento en Uganda, a 30 kilómetros de la frontera. Coproducido por Misiones Salesianas y por la fundación salesiana Jóvenes y Desarrollo, la cinta la dirige Raúl de la Fuente, ganador de dos Goya, en 2004 y 2019, y finalista de un Oscar, en 2016.
Entre otros, la protagonizan Alice, cuyo padre fue asesinado, recordando con mucho amor el día en que le regaló un vestido blanco y unos zapatos, y Gladys, quien tuvo que dejar a su hija en Sudán del Sur, junto a su madre, y quien muestra una esperanza contagiosa ante todos los que la rodean. Pero, además de estas dos jóvenes, el gran referente del documental es uno de los misioneros salesianos presentes en Palabek, el venezolano Ubaldino Andrade, a quien se puede ver organizando partidos de fútbol, charlando con las familias frente a sus tiendas o presidiendo misas preñadas de alegría.
En conversación con Vida Nueva, este religioso, con una experiencia misionera previa en el Amazonas venezolano, en Sierra Leona y en Ghana (casi siempre con niños sin hogar), reconoce que en Palabek está viviendo “una profunda experiencia de Dios. Es muy duro, eso sí. Llegamos hace un año también como ellos, como refugiados. No teníamos casa, y la compartíamos con la gente, junto con su comida. Nos conlleva muchos sacrificios, pero también una gran alegría, pues sabemos que hacemos lo que hay que hacer, lo que Dios quiere que hagamos”.
“Nos sentimos –dice– de verdad en familia con los refugiados”. Y no es una simple expresión bonita, sino que lo encarnan en su día a día, pues, la treintena de ONG que están en Palabek, coordinadas por la Oficina del Primer Ministro, llegan a las nueve de la mañana y se van a las cinco de la tarde. En cambio, “los salesianos somos los únicos que no nos vamos. Estamos siempre con ellos, vivimos aquí y con sus mismas condiciones. Reímos con ellos, lloramos con ellos… Nos hacemos uno con ellos”.
Algo que se refleja en un momento del documental, en el que el padre Uba (como le conocen todos en Palabek) le dice esto a su gente: “Este es un hogar porque aquí está la gente a la que quiero”.
Para el salesiano, esta pastoral de la presencia y el cariño “tiene para la gente un significado muy grande. Sienten que somos parte de ellos; en lo material y, sobre todo, en lo espiritual. La mayoría son católicos y necesitan esa experiencia religiosa. Algo que se refleja en las misas, que duran unas tres horas y en las que se congregan hasta 400 personas bajo los árboles, marcando la celebración la alegría y el baile”.
“La gente –prosigue– necesita hablar, ser escuchada, compartir… Sufren mucho, pues aquí no tienen prácticamente nada con lo que ganarse la vida, pues estamos en pleno desierto. Pero, por eso mismo, valoran el rol tan importante que juega la Iglesia en sus vidas”.
En este sentido, guardan un respeto reverencial por el papa Francisco. Y mucho más tras su reciente gesto al llamar a Roma a los líderes políticos enfrentados y, junto a los miembros de otras confesiones del país, rogarles por la paz, simbolizando todo en el momento en que se arrodilló y les besó los pies. “Recuerdo –destaca– cómo enseñé esa foto con el móvil a las 60 personas que me rodeaban y cómo les impactó. La gente no deja de creer en la paz, pero desconfían de que llegue pronto, pues saben que en los dos bandos se han cometido muchas atrocidades”.
De cara al futuro, tiene esperanza y está convencido de que todos podrán regresar a una Sudán del Sur en paz, “aunque esto tardará”. Un sueño que ve encarnado en Gladys, a quien admira hondamente: “Es una chica fuerte. Tiene muy claro lo que quiere, y sin perder la dignidad. Sufre porque está alejada de su hija, a quien cuida su madre en Sudán del Sur, pero hace todo lo posible para que ella tenga un futuro mejor. Es un ejemplo para todos y sorprende a quien habla con ella por su determinación. Por eso, estoy convencido de que saldrá adelante”.
Fotos: Alberto López Herrero (Misiones Salesianas) y Cristina Bermejo (Jóvenes y Desarrollo)