“Estamos aquí para pedirle a la Iglesia un compromiso institucional para salvar la Amazonía, y eso no solo afecta a los pueblos indigenas sino a la humanidad entera. Su destrucción es la destrucción de la vida misma”. Con estas palabras expresaba ante la prensa Patricia Gualinga, líder indígena del pueblo originario Kichwa de Sarayaku, la urgencia de tomar medidas ante la situación del Amazonas.
Asimismo, la líder se ha mostrado muy crítica con el hecho de que diversos organismos que forman parte de la Iglesia “tengan inversiones en empresas mineras, petroleras y de industrias extractivas”, por lo que, el primer paso, a su entender, debería ser “desinvertir”.
Y es algo en lo que la Iglesia juega un papel fundamental porque “tiene una gran presencia” en los pueblos del territorio. “Queremos una alianza con nosotros los pueblos indigenas, que somos criminalizados, asesinados y perseguidos en la región”, ha añadido Gualinga, subrayando que, en los últimos 500 años, los pueblos indígenas han luchado “para defender la naturaleza”.
Defender a los pueblos indígenas
Durante el encuentro con los medios también ha surgido el tema el debate acerca de los denominados Pueblos Indígenas de Aislamiento Voluntario (PIAV). Roque Paloschi, arzobispo brasileño de Porto Velho, indicó que fue el papa Francisco quien subrayó la necesidad de “continuar defendiéndolos”.
“En Brasil, los derechos de los pueblos indígenas no se respetan a pesar de estar garantizados por la carta constitucional”, apuntó el arzobispo, a pesar de que llevan sufriendo “519 años de opresión y de lucha por el respeto de la dignidad y de la tierra”.
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— Synod.va (@Synod_va) October 17, 2019
El celibato como don de Dios
“Si llegara un día en que me diera cuenta de que el celibato ya no es para mí, me iría”, ha señalado, por su parte, el sacerdote Justino Sarmento Rezende, experto en espiritualidad indígena y cuidado pastoral inculturado, respondiendo a las preguntas de la prensa acerca de si el celibato podía ser uno de los motivos del descenso de vocaciones sacerdotales.
Sarmento, que es el único sacerdote indígena presente en el Sínodo, subrayó que “el celibato no es algo que nació con la persona humana: es algo que se ha establecido a lo largo de la historia” y, por ello, “ninguno de los presentes aquí está preparado para vivir el celibato, que es un regalo de Dios”.
Además, ha señalado que aunque “no fue fácil”, para él vivir el celibato “con esfuerzo, oración y ayuda de mucha gente” le ayudó a vivir la vocación “de la manera más equilibrada posible”. Una vocación que nació al ver a los misioneros enseñando el catecismo a sus abuelos, que no entendían el portugués. “Yo era un adolescente, pensé que algún día también podría ser sacerdote, pero en mi propio idioma”, ha añadido.