Si hay una voz en la India que ha clamado contra el patriarcado eclesial esa es la de la religiosa Lucy Kalappura, quien, hace un año, decidió apoyar públicamente, en diferentes medios, a cinco monjas que se atrevieron a denunciar que Franco Mulakkal, obispo de Jalandhar, en Kerala, había abusado sexualmente de ellas.
Tal exposición pública, en un evidente enfrentamiento contra un representante de la jerarquía eclesial, fue la gota que colmó el vaso para ser expulsada de su congregación, las clarisas franciscanas. La acusación de sus hermanas de comunidad, eso sí, se desligó del caso Mulakkal y se basó en la denuncia de que su hasta ahora compañera llevaba una vida “poco acorde” con su condición religiosa, difundiendo un sacerdote local un vídeo en el que ella entraba al convento con dos periodistas (omitiendo que había una tercera y era mujer).
Acusaciones falsas
Según la versión de Kalappura, esas acciones serían escribir poemas, hablar en canales de televisión y conducir un automóvil. Algo, a su juicio, completamente compatible con ser monja en el siglo XXI.
La religiosa anunció entonces que se negaba a abandonar el convento mientras no llegara una respuesta de la Santa Sede a su apelación, presentada en las mismas fechas contra su expulsión. Finalmente, esta ha llegado en forma de carta oficial fechada el 11 de octubre, a través de la nunciatura apostólica en la India. En la misiva de la Santa Sede se le informa de que se rechaza su apelación.
Decepción
Con un evidente tono de decepción, Kalappura lamenta que Roma le ha “negado la justicia”. Eso sí, también anuncia que recurrirá a la Corte Suprema de la India. Ahora podrá proseguir su cruzada contra los abusos en el seno de la Iglesia, sexuales y de poder. Pero ya deberá de ser sin hábito…