El Sínodo Amazónico avanza raudo –’viento en popa’, podríamos decir– en su propósito de escudriñar “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral“, de cara a las más acuciantes realidades panamazónicas y generando múltiples oportunidades para revitalizar la misión de la Iglesia universal.
Evangelii Gaudium, Laudato Si’ y Episcopalis Communio han sido, como lo había preconizado el Instrumentum Laboris, el ‘telón de fondo‘ sobre el que se han trazado las intervenciones, los diálogos y, por supuesto, la interpelaciones de los padres sinodales y del propio papa Francisco.
A mitad de camino
Cuando ya se completan 10 días desde la apertura de la Asamblea –el 6 de octubre–, que han incluido 12 Congregaciones Generales y varias sesiones en círculos menores, con lo que podría decirse que estamos ‘a mitad de camino’ del Sínodo, que concluirá el próximo 27, las siguientes claves podrían ayudar a comprender lo que se está viviendo en el aula Pablo VI.
Por supuesto, este breve análisis tiene mucho de intuitivo, aunque ha brotado del contacto diario con la realidad sinodal, entre encuentros, entrevistas, monitoreos, ruedas de prensa y algo de etnografía.
1. Clima de confianza
Se ha dicho a viva voz: “podemos expresarnos con libertad”, “se puede hablar sin temor”. No hay censuras ni temas tabú, de aquellos de los que otrora se dijera: “es mejor no mencionarlo”. Ni los padres sinodales, ni los auditores, ni los invitados especiales, se han reservado hacer mención de aquello que consideran necesario que sea abordado en el aula sinodal. Hay el clima de confianza suficiente para hacerlo. Y no sería exagerado decir que este ambiente se ha generado desde el primer día, cuando el Papa pidió “hablar con coraje, con parresía”.
2. Espiritualidad de comunión
Complementario al clima de confianza, se ha instaurado una verdadera espiritualidad de comunión entre los participantes del sínodo, que va más allá de los momentos litúrgicos y de oración. Tal vez la imagen más representativa es la de la ‘red’ –como la que vimos en la procesión de inicio de las sesiones sinodales–, y no se puede negar que, contra todo pronóstico, Francisco convoca a esta espiritualidad de comunión, que es uno de los frutos de la sinodalidad. Los ruidos externos –que también los hay– no han quebrantado la comunión.
3. Coherencia con el proceso de escucha
Fueron dos años de escucha atenta, de pre-asambleas, encuentros y muchas otras formas de participación para recoger las voces de la Amazonía antes del sínodo. Se le llamó ‘camino sinodal’ y fue una auténtica proeza de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) que promovió la participación de más de 80.000 personas. Sus aportes, de alguna forma han estado presentes en el Instrumentum Laboris y han entrado al aula sinodal en las intervenciones de los obispos, de los religiosos y las religiosas, de los sacerdotes y de los laicos que han dado cuenta de las realidades y los clamores de la madre Tierra y de los pueblos originarios que habitan la Amazonía.
4. Mujeres e indígenas
Tal vez la participación más significativa –sin demeritar otras, por supuesto– ha sido la de las mujeres y los representantes de las poblaciones indígenas. A diferencia de otros sínodos, este les ha otorgado un lugar especial en número y representatividad. De hecho, los cupos otorgados a la Unión de Superioras Generales en esta oportunidad ha privilegiado la presencia de religiosas misioneras latinoamericanas. Para los y las indígenas que están en el aula sinodal, por otra parte, se trata de una experiencia inédita, única en su género. Y se puede decir que cuando las mujeres y los indígenas comparten sus miradas y hablan ‘de lo que han visto y vivido’, logran captar la atención de la Asamblea, Francisco el primero.
5. Nuevos lenguajes
“En este Sínodo también hay poesía y canto”, me ha dicho un perito. Afloran nuevos lenguajes y metáforas. De alguna forma, los territorios se hacen presentes en ellos. También hay signos y expresiones de encuentro, cercanía –como la foto de las mujeres del Sínodo con el Papa–, respeto, diálogo profundo. Dura tarea para la comisión de redacción integrar esta nueva semántica que puede ayudar a allanar nuevos caminos para la Iglesia en la región panamazónica.
6. Voces discrepantes
También las hay. “Algunos tienen miedos, temores, o abierta resistencia al cambio, a los caminos que se están abriendo”, ha comentado un auditor. Luego de la publicación del Instrumentum Laboris –incluso antes– ya se han evidenciado estas voces discrepantes que, sin embargo, son minoritarias.
Ante el conflicto es de gran lucidez lo que ha dicho Francisco en Evangelii Gaudium 227: “Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes (…). Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso“.
7. Discernimiento
Finalmente, hay que destacar que el discernimiento ha sido esencial en el camino que se ha recorrido, y se espera que lo siga siendo. Es el discernimiento de cada día, el del silencio profundo, el del diálogo comunitario –en los círculos menores, por ejemplo–, donde brotan las sinergias y los consensos. Así se hace camino al andar, en sinodalidad.