América

La Iglesia en Ecuador acompaña al pueblo en su ‘tensa calma’





Una “realidad bastante caótica”. Así ha calificado el vicario apostólico de Zamora, Walter Heras Segarra, la situación vivida en Ecuador tras las jornadas de protestas que paralizaron al país durante 11 días, dejando un saldo de ocho muertos y 1.192 detenidos –según ha informado la Defensoría del Pueblo–, además de cuantiosas pérdidas materiales.

Los múltiples intentos de la Iglesia católica por ‘tender puentes’ entre las partes en conflicto dieron su fruto cuando “el domingo 13 se produjo el diálogo, con la mediación de la Conferencia Episcopal y la ONU”, de tal forma que “el decreto 883 fue derogado y, en tres meses, el Gobierno, los indígenas y los mediadores elaborarán el nuevo decreto con medidas que no afecten a los más pobres”, según ha informado a Vida Nueva el obispo ecuatoriano, que participa en el Sínodo Amazónico que se celebra en Roma.

‘Bomba de tiempo’

Aunque se ha levantado el paro, y a principios de esta semana todo volvía a la normalidad –también la sede del Gobierno, trasladada a Guayaquil durante la crisis–, frente a la coyuntura que vive el país, el obispo cuestiona que “las últimas medidas económicas han sido agresivas, por un lado; en segundo lugar, no están beneficiando al orden social; y, finalmente, han creado toda esta convulsión”.

Junto a otros obispos ecuatorianos que participan en el Sínodo, el vicario apostólico de Zamora entiende que “todo esto era una ‘bomba de tiempo’ que se veía venir después de que se eliminara el derecho a la protesta, a levantar la voz; toda manifestación venía siendo criminalizada y la represión, en este sentido, era terrible, y hasta hoy hay personas que han sido condenadas injustamente por estar en una revuelta”.

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