El papa Francisco ha manifestado este miércoles 23 de octubre su “preocupación” por la situación que está afrontando Chile, sacudido desde hace seis días por protestas masivas que le han costado ya la vida a al menos 15 personas. El presidente del país latinoamericano, Sebastián Piñera, pidió ayer perdón por no haber sido capaz de evitar el estallido social y anunció una inversión de más de 1.000 millones de euros en medidas sociales para tratar de calmar los ánimos.
“Sigo con preocupación lo que está sucediendo en Chile. Deseo que, poniendo fin a las violentas manifestaciones, a través del diálogo se trabaje para encontrar una solución a la crisis y se afronten las dificultades que la han generado, por el bien de toda la población”, ha dicho el Pontífice en la parte final de la audiencia general, celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Templos de puertas abiertas
En su catequesis, parte de su ciclo sobre los Hechos de los Apóstoles, Jorge Mario Bergoglio ha insistido una vez más sobre la importancia de que los templos mantengan sus puertas abiertas: “La Iglesia no es una fortaleza, sino una tienda capaz de ampliar su espacio para dar acceso a todos. La Iglesia es ‘en salida’ o no es Iglesia”.
A continuación, ha improvisado respecto al texto que tenía preparado para confesar que a él le parece “una señal fea” cuando se encuentra con una parroquia con las puertas cerradas. “Las iglesias deben tener siempre las puertas abiertas porque esto es el símbolo de lo que es la Iglesia”.
Iglesia primitiva
Al explicar cómo las comunidades cristianas primitivas afrontaron en el ‘Concilio de Jerusalén’ uno de sus primeros grandes debates, la relación entre la fe en Cristo y la observancia de la ley de Moisés, el Papa presentó el “método eclesial para la resolución de conflictos”, que se basa en “el diálogo, la escucha atenta y paciente y el discernimiento a la luz del Espíritu Santo”.
Finalmente, Bergoglio ha pedido al Señor que “refuerce en todos los cristianos”, pero de forma “especial” en los obispos y presbíteros, “el deseo y la responsabilidad de la comunión”.