Mina, Ana Lucía e Inma han sido las grandes protagonistas de la celebración en Madrid (se ha conmemorado también en otras 40 ciudades españolas) del Día de las Personas Sin Hogar. El acto, que ha tenido lugar en la Librería San Pablo de la Plaza Jacinto Benavente en la mañana de este jueves 24 de octubre, ha servido también para presentar la campaña ‘Ponle cara’, impulsado por la Red de Personas Sin Hogar, de la que forma Cáritas.
Como ha explicado la presentadora del acto, María Ángeles López, directora editorial de San Pablo, esta 27ª edición del Día de las Personas Sin Hogar ha sido sin duda especial, pues, por primera vez en estas casi tres décadas, han participado tres mujeres que padecen esta dura situación, poniendo rastro a una realidad tristemente invisibilizada. Algo significativo, pues, como ha añadido Rosalía Portela, presidenta de FACIAM (Federación de Asociaciones y Centros de Ayuda a Marginados), “aunque la mayoría de personas sin hogar no son mujeres, sí que es una realidad creciente. Sin olvidar además que ellas son las que más sufren la situación de calle, más expuestas a la violencia de cualquier tipo. De hecho, más de la mitad de las mujeres sin hogar la sufren”.
Mina, quien llegó de Marruecos hace 19 años, ha contado su historia: “Vivía con mi hermana y su familia. Tenía trabajo como cuidadora de ancianos y tenía una vida normal. Pero, al padecer ella maltratos por parte de su marido y no poder denunciar ante la policía, me vi de pronto en la calle, con dos maletas en la mano y sentada en un banco ante la que había sido mi casa. Me sentí como un perro abandonado… Era de noche y tenía frío. El dueño del bar de al lado me llevó un vaso de agua y llamó a la policía para que me ayudara. Desde la comisaría me llevaron a la Cruz Roja y acabé en un centro de acogida”.
“Hoy –ha añadido una emocionada Mina– puedo vivir en un piso de Cáritas Madrid en Vallecas. No sé qué pasará, estoy en las manos de Dios. Tengo miedo de acabar otra vez en la calle. Y eso me da pánico, porque esta es peligrosa. Es un mundo en el que te puede encontrar con alguien agresivo que te haga algo malo”.
“Lo único que quiero –ha añadido– es la posibilidad de trabajar. Al haber estado en la calle, estoy estigmatizada y nadie me quiere contratar. Toda mi vida he trabajado y tengo muchas ganas de luchar. Solo pido una oportunidad”.
Ana Lucía tuvo que dejar su país, Guatemala, “por la violencia extendida en el país, con las maras extorsionando a tanta gente con la complicidad de la policía y por el poco trabajo que hay cuando tienes más de 35 años. He trabajado muchos años en el comercio internacional, pero en este maravilloso país que es España muchos no entienden que los inmigrantes solo queremos trabajar y aportar a la sociedad. Esas personas nos hacen de menos, como si no fuéramos nada. No hemos venido aquí para ser mantenidos por el Gobierno”.
Tras pasar por una dura experiencia de calle, Ana Lucía destaca que “Cáritas ha sido la mano que me ha levantado… Me han ayudado a tener un sitio donde vivir y me han ofrecido apoyo psicológico. Ahora que estoy algo mejor, sufro mucho al ver a otras mejores que están peor. En la calle, todas somos familia y nos apoyamos como podemos. Cuando no lo conseguimos, nos quebramos…”.
En este sentido, esta guatemalteca ha clamado contra el alto precio de la vivienda: “Cuando consigues un trabajo, te piden un contrato, tres meses de adelanto y te cobran 600 euros por una sola habitación… ¿Cómo podemos pagar eso? Es imposible”.
Inma, madrileña, no lo ha tenido nunca fácil: “Cuando murieron mis padres, me quedé sola, sin apoyo del resto de mi familia. Unos amigos, me invitaron a pasar con ellos la Navidad. Cuando volví, mi hogar había sido ocupado. Me habían cambiado la cerradura y habían tirado todas mis cosas a la calle. Sola y sin ayuda, acabé en la calle, donde he pasado mucho frío y miedo. No puedes dormir porque tienes que vigilar para que nadie te haga daño, pero el agotamiento de vence y caes, quedando indefensa”.
Ahora mismo, Inma vive en un piso del Ayuntamiento de Madrid, pero esta solución es algo temporal: “Es muy duro. Solo pido recuperar mi casa…, pues tener un hogar implica ser, poder sentirte arropado. Y, por supuesto, un trabajo”.
Enrique Domínguez, responsable de la Campaña de Personas Sin Hogar en Cáritas Española, ha clamado contra “el modelo socioeconómico que deja fuera a personas”. Concretamente, a las 40.000 personas que padecen esta lacra, ya sea viviendo en la calle, en casas de acogidas o albergues, sin olvidar a las muchas más que sienten la amenaza de perder su casa o malviven en viviendas precarias. De ahí que haya pedido a las tres administraciones (municipal, autonómica y central) que ofrezcan respuestas reales, empezando por impulsar un programa de alquiler social que llegue a muchas más personas, pues “el de España es uno de los más bajos de toda Europa”.
El acto ha concluido con la lectura de un manifiesto de la Red de Personas Sin Hogar, leído por otras dos mujeres víctima de esta situación, Encarna y Sandra. “Detrás de estos datos fríos y anónimos –denuncia el mensaje en uno de sus puntos centrales–, estamos personas concretas; personas que sufrimos y lloramos, personas que amamos y perdonamos, personas que, en definitiva, queremos ser felices”.
Al cerrarse el evento, muchos de los presentes se han unido a la manifestación que, entre Callao y Sol, ha querido visibilizar una jornada más que necesaria: el Día de las Personas Sin Hogar.