En el Sínodo se habla español. Y claro. El cardenal arzobispo emérito de Mérida (Venezuela), Baltazar Porras, como uno de los tres presidentes delegados del Sínodo para la Amazonía, se ha dirigido a la Asamblea en un discurso final en el que ha lanzado un claro mensaje a la Iglesia: “Hemos llegado a una cima, pero no para detenernos, sino para ver más alto y continuar buscando nuevos caminos en salida, con espíritu misionero, samaritano ,misericordioso y solidario con aquellos pueblos olvidados y con la humanidad entera”.
El también administrador apostólico de Caracas ha alabado el trabajo siempre en espíritu de sinodalidad de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). “Han sido una bendición sinodal”, ha afirmado provocando un sonoro aplauso que ha detenido sus palabras.
“Aprender a caminar sinodalmente, como bautizados que intentamos vivir en plenitud la vocación de servir y de anunciar la buena nueva, ha sido enriquecedor. La fraternidad reinante, el clima orante y alegre, producto de la gracia que nos acompaña y nos da aliento para seguir trillando los caminos ahora más novedosos –por lo desafiantes que son–, nos llevan a sentir que hemos vivido un tabor que nos ha ayudado a estar más cerca del Señor Jesús”, ha reconocido el purpurado venezolano.
Asimismo, ha continuado: “El río Amazonas, con su enorme caudal de agua que llena las tierras que le circundan, ha quedado pequeño ante el caudal de la gracia que se nos ha derramado estos días. Ese agua vivificante que nos lleva a buscar nuevos caminos de conversión cultural y religiosa para bien de toda la humanidad”.
Dirigiéndose al papa Francisco, le ha agradecido los tres eslabones de este Sínodo: “Gracias por la encíclica ‘Laudato si”, primer eslabón de este Sínodo, en el que, como buen pastor, fue usted delante para mostrarnos la senda a seguir. Gracias por la convocatoria inicial en Puerto Maldonado, que tuvo como fruto una preparación cuidadosa, generando encuentros, recogiendo experiencias y compartiendo angustias y éxitos. Gracias por esta tercera etapa, que es la realización de este Sínodo Panamazónico”.
Del mismo modo, Porras ha reconocido que los sinodales han llegado a Roma “cargados de experiencias y vivencias, de anhelos y gritos –dolorosos unos y alegres otros– de la gente que vive y lucha en aquella tierra bendita”. “La densidad de las intervenciones estuvo marcada por la entrega de la vida de tantos, antes y ahora, con la fuerza transformadora del Evangelio”, añadió en relación a los mártires de la Amazonía.
Porras ha hecho una defensa cerrada del Sucesor de Pedro. Con elegancia, sin aludir a crítica ni discrepancia alguna. “En esta etapa, usted, querido Papa, ha estado en medio de nosotros como un sinodal más, a la escucha atenta y silenciosa, dándonos ejemplo de sencillez, llamándonos a la conversión interior, personal y comunitaria, a la que estamos llamados en esta hora de la Iglesia y del mundo. Queda ahora ir detrás de nosotros para que los rezagados recuperemos la senda de la espiritualidad de la escucha y del anuncio. Dios se lo pague”.
Y ha agregado: “En su persona, gracias a todos sus colaboradores, visibles y anónimos, que han trabajado con cariño y competencia para que todo haya caminado sobre ruedas. Querido papa Francisco, reciba nuestra adhesión filial y fraterna”.
Aterrizando en el nuevo continente, Porras ha recalcado, ante la atenta mirada de todos los padres sinodales, que, “en América, no sabemos vivir la fe sin la cercanía gozosa de sentirnos queridos y amados por el Sucesor de Pedro. Gracias a Dios es una virtud que ha acompañado la fe de nuestros pueblos desde hace más de 500 años”.
Sin palabras para expresar la acción de gracias por este camino, el purpurado venezolano ha tomado las palabras de un poeta que el Papa conoce mejor que nadie –Jorge Luis Borges– y que en su poema ‘A un amigo’ escribió: ‘No puedo darte soluciones a todos los problemas de la vida ni tengo respuestas para tus dudas y temores, pero puedo escucharte y compartirlo contigo; no puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites estaré junto a ti; no puedo evitar que tropieces, solamente puedo ofrecerte mi mano para que la sujetes y no caigas’.
Antes de concluir ha vuelto a agradecer al Papa su amistad con los pueblos originarios y le ha confirmado su oración con “insistencia y fervor”: “Que María de la Amazonía le siga dando la fuerza de ser quien nos conforte y confirme en nuestro camino y le conceda muchos años más para que los buenos aires de la renovación conciliar lleguen principalmente a los pobres y contribuya al cuidado de la Casa común”.