Óscar Pérez Sayago: “La escuela no puede ser una fábrica de católicos”

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Cuando en cualquier aeropuerto de Latinoamérica van a recoger al secretario general de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), buscan a un clérigo. Pero no. Óscar Pérez Sayago es fiel a su camisa, sus vaqueros y sus zapatillas deportivas. “Tenemos que romper los esquemas como Iglesia y como escuela católica”, asegura este educador colombiano, convencido de la necesidad de cambiar la imagen y de profundizar en las raíces: el Evangelio.

PREGUNTA.- Primer laico al frente de la CIEC con solo 32 años. ¿Y víctima del clericalismo?

RESPUESTA.- El obispo de las Antillas insistió en que mi nombramiento era un signo de los cambios en la Iglesia. Así lo he vivido, desde el agradecimiento a Dios, pero también a todos los presidentes de las federaciones de cada país, porque me han apoyado para que la CIEC se haya consolidado. Cuando estuve con los obispos del área de educación del CELAM, me apoyaron en mi visión de que los laicos no solo tienen vocación de oveja, sino de pastor.

P.- Algún obispo ha criticado a colegios en manos de religiosas de ser ‘light’ por no generar vocaciones, no tener muchos alumnos en confirmación…

R.- La escuela católica no es una fábrica de católicos que vayan a misa. Precisamente, Francisco insiste en que la misión de la Iglesia no es el proselitismo, sino la evangelización: que el otro descubra su potencial para ser feliz. Sí nos tenemos que preguntar cuántas personas han pasado por nuestras aulas y hoy no son verdaderos católicos. Se ha formado a seres religiosos, pero no espirituales. Tenemos que trabajar en serio la interioridad. Así, alimentaremos las raíces cristianas, la tradición y no el tradicionalismo.

Construir el Reino

P.- Vayamos al otro extremo: ¿cómo evitar que el Evangelio sea un anexo?

R.- Toda la actividad de la escuela ha de ser evangelizadora. Si tenemos claro que nuestro objetivo es construir el Reino de Dios desde la escuela y para la sociedad, nos llevará a educar a seres humanos capaces de transformar la realidad y el mundo.

P.- Otro pilar del pacto: los maestros. ¿Cómo animarlos cuando, hoy por hoy, pertenecen a una profesión devaluada?

R.- Siento que nos faltan docentes conscientes de su vocación y su misión. Para ello, hay que dignificar la profesión docente de la que tanto habla Juan Baustista de La Salle. Lamentablemente, al menos en América Latina, están denostados tanto en la sociedad como por los propios alumnos. Pero me preocupa especialmente su falta de reconocimiento salarial. Hace poco, me encontraba con la directora de un colegio nicaragüense en el que todos sus profesores vendían ropa por catálogo por el sueldo ínfimo. Con este panorama, ¿cómo no vas a estar amargado en el aula?

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