“Para el viaje que está por venir, invoquemos a la Virgen María, venerada y amada como reina de la Amazonía no por conquistar sino por inculturarse”. Esta ha sido la petición del papa Francisco hoy durante el rezo del ángelus al término de la misa de clausura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica.
El Papa ha afirmado que, “con el humilde coraje de madre, –María– se convirtió en la protectora de sus hijos, en la defensora de los oprimidos”. Y ha continuado: “A Ella, que cuidada de Jesús en la pobre casa de Nazaret, le confiamos a los niños más pobres y nuestra Casa común”. “Ella, una mujer de esperanza, puede interceder para que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros, quien con su dulce creatividad hace que todo se renueve”, ha añadido.
Francisco ha recordado que durante este Sínodo se han hecho preguntas “ansiosos por abrir nuevos caminos para la proclamación del Evangelio”. Así, ha mantenido que han sentido la necesidad de “ponernos ante el Señor, de ponerlo en el centro, a nivel personal y como Iglesia”, porque “para vivir del Evangelio debemos salir de nosotros mismos”.
Hacia aguas más profundas
En el mismo sentido, ha invitado a dejar las “cómodas costas de nuestros puertos seguros para adentrarnos en las aguas: no en las aguas pantanosas de las ideologías, sino en el mar abierto donde el Espíritu nos invita a lanzar nuestras redes”. Y es que “despegar es dejarnos desafiar por su novedad, respondiendo al llamado a salir de nosotros mismos y de nuestros esquemas para que el Evangelio brille en el centro con su estilo: pobre en radicalismo, misionero en lo pastoral y sinodal en comunión”.
Jorge Mario Bergoglio se ha congratulado de que “el grito de los pobres, junto con el de la tierra” haya llegado desde el Amazonas. Después de estas tres semanas, “no podemos pretender no haberlo escuchado”. “Las voces de los pobres, junto con las de muchos otros dentro y fuera de la Asamblea, nos empujan a no permanecer indiferentes”, ha aseverado.
Para Bergoglio, el Sínodo ha sido un “paseo juntos, consolado por el coraje y los consuelos que provienen del Señor. Caminamos mirándonos a los ojos y escuchándonos sinceramente, sin ocultar las dificultades, experimentando la belleza de avanzar juntos para servir”. En este punto, ha lanzado una pregunta para la reflexión: “¿Qué bien puedo hacer por el Evangelio?”.
Tras la oración mariana, el Papa ha dirigido un saludo especial al “amado pueblo libanés; en particular a los jóvenes, que en los últimos días han hecho oír sus gritos frente a los desafíos y problemas sociales y económicos del país”. Francisco ha instado “a todos a buscar las soluciones correctas en el camino del diálogo y que, con el apoyo de la comunidad internacional, el país continúe siendo un espacio de convivencia pacífica y respeto por la dignidad y la libertad de todos”.
