Casi 40 años consagrado. Y 20 de ellos como misionero en Venezuela. El español Miguel Ángel Bombín, religioso orionista, permanece en la misión de Don Orione en Barquisimeto, donde se ocupan de acompañar la discapacidad con un centro para 200 personas y atender la realidad, puesto que en los últimos años se han visto obligados, por el deterioro del país, a combatir la pobreza y la desnutrición. Todo ello, sin recibir ayudas del gobierno.
“Además de sostener la obra con los discapacitados –niños y ancianos–, y el soporte que ofrecemos a los 200 trabajadores y sus familias, nuestra presencia ha redoblado sus esfuerzos”, explica el sacerdote a Vida Nueva. La zona dedicada a impartir la catequesis en la parroquia es hoy un espacio de salud, donde se atienden consultas médicas y hay un pequeño equipo de farmacia ante la urgencia humanitaria.
Del mismo modo, otra de las alas de la parroquia es hoy un comedor, donde se presta apoyo alimentario a cientos de venezolanos. De la olla comunitaria cada domingo, convocada en todas las parroquias por Cáritas Venezuela, se ha pasado ha ofrecer una merienda cena para los niños cuatro días por semana, donde se da de comer a 90 menores; desayuno a personas mayores solas y personas en situación de calle dos veces en semana, y la cena tres veces por semana a personas mayores de la comunidad que se encontraban en estado de desnutrición severa, como explica el religioso.
“Un deterioro brutal”
“La congregación nos envía regularmente medicinas, pañales y ropa”, advierte Bombín. Un envío que permite medicar a 600 personas en el barrio donde se encuentran. “Hemos vivo un deterioro brutal a nivel físico, social y humano”, lamenta el religioso.
Además, pese a la avalancha de solidaridad, que es el único punto de esperanza en la crisis experimentada por el pueblo venezolano, los orionistas notan la marcha de los 5 millones de venezolanos que han abandonado el país. “Son muchos los laicos que vienen a la parroquia pidiendo la bendición porque se marchan”, dice con pena el sacerdote. Esto provoca también la situación de abandono en la que se quedan muchos ancianos, incluso a veces con niños. “Aunque les mandan dinero, no son capaces muchas veces ni de gestionarlo”, remarca.
“No sé si hemos tocado fondo, pensábamos que no podíamos ir a peor, pero en los últimos seis meses la situación se ha agudizado: los cortes de electricidad se suceden estando 8 o 9 horas al día sin luz en un país en donde hay recursos para generar electricidad, en un país en el que cuesta conseguir gas cuando tenemos las mayores reservas, en un país en el que tenemos que hacer cola para obtener gasolina siendo ricos en petróleo… Esto genera estrés, sufrimiento, desgaste en la gente”.
La dificultad de generar esperanza
Ante esta situación es “muy difícil generar esperanza en la gente”. “El Gobierno justifica todo con el bloqueo económico, pero no es capaz de reconocer el sufrimiento de la gente y hoy intenta distanciar a la gente de la Iglesia, pues es la voz más autorizada y crítica en el país”, denuncia. Y va más allá: “Esta situación va para largo, porque no se ve expectativas. El Gobierno nos mantiene resignados a malvivir”.
Así es como Miguel Ángel Bombín intenta ser un faro a través de las obras de caridad que hoy mantienen de pie a su barrio. Ese fue el sueño de Don Orione y su misión en Venezuela es mantener ese sueño vivo. Y no parece que vaya a dejar de luchar por ese pueblo y volver a España. “Dije a mis padres hace 20 años que iba para 2. Cada vez que vuelvo a España les digo que ya solo me quedan dos años”, dice entre risas. Y es que quiere seguir “llegando al corazón de los venezolanos para meterse en Dios” y continuar “una misión que es siempre fascinante”.