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Emilio y Claudia Inzaurraga: “Nuestra vida laical es la síntesis de la fe y la vida”





Hace treinta y siete años que se casaron. Tienen cuatro hijos y, prontamente, serán abuelos. Desde su juventud, integran la Acción Católica, en donde ocuparon cargos en los distintos niveles. Cuentan con una vida eclesial activa, con protagonismo en varias iniciativas pastorales, siempre con un fuerte compromiso y servicio. 

En diálogo con Vida Nueva, nos contaron cómo recibieron la noticia y qué implica este nombramiento de responsabilidad laical.

Pregunta: ¿Por qué creen que el Papa Francisco pensó en ustedes a la hora de nombrar asesores para el tema Laicos y Familia?

Emilio: En realidad, no lo sabemos muy bien, pero desde ya estamos agradecidos al confiarnos este servicio. Es posible que al Papa le hayan acercado nuestros nombres algunos buenos amigos, con los que venimos trabajando -corresponsablemente como laicos hace muchos años, aquí en la Argentina y en la experiencia internacional del FIAC, Foro Internacional de Acción Católica.
Con el querido Papa Francisco compartimos varias reuniones y encuentros, especialmente el Congreso Internacionl sobre AC  y también  tuvimos la oportunidad de conversar con el Cardenal Farrell, Prefecto a cargo del Dicasterio, creado en el año 2016 y que integró a los Consejos Pontificios de Laicos y de Familia.

P: ¿Cuáles son, según su opinión, los desafíos que tiene el Dicasterio hoy?

Emilio: Los desafíos son enormes. Seguramente iremos, junto a los miembros de los equipos, discerniendo caminos, que surgen de la propuesta pastoral del Papa Francisco expresadas en Evangelli Gaudium, Laudato ‘Si, Amoris Laetitia, Cristo Vive, Gaudete and Exsultate.
Si repasamos rápidamente los temas surgen la necesidad de un laicado maduro y corresponsables, que no se clericalice ni se deje clericalizar, la proyección social de la fe en la realidad compleja y desafiante de hoy, el compromiso central con los más pobres y necesitados, el cuidado de la casa común, la vida cuidada “de punta a punta”, desde la concepción hasta la muerte natural, y en todas las fases de su desarrollo, con especial atención a las situaciones de mayor vulnerabilidad, la necesidad de respetar y de trabajar por el cuidado de la infancia y de los jóvenes, así como de los adultos y ancianos frente a toda forma de abuso o exclusión. La familia, los jóvenes. Estamos seguros que Dios marcará el camino y el ritmo.

P: ¿Qué novedad puede aportar el trabajo laical que ustedes desarrollaron en las distintas organizaciones?

Emilio: No sé si lo llamaría novedad nuestro aporte, pero sí la experiencia y el discernimiento que vamos haciendo sobre la “novedad” que impulsa el Espíritu sobre nuestra vida laical en la Argentina, enriquecida en el compartir en el servicio internacional de América y universal, desde una perspectiva de ” normalidad”. Nuestra vida laical es la síntesis de la fe y la vida, fundada en el bautismo y que se va desplegando en lo cotidiano de nuestras opciones, con nuestras posibilidades y limitaciones.

Claudia: Somos esposos, padres, suegros y abuelos en espera de la llegada de nuestros primeros nietos. Somos hermanos, tíos, amigos, vecinos, ciudadanos. Trabajamos todos los días en nuestras profesiones. Participamos en la vida social, en los organismos de pastoral o servicios eclesiales que se nos confiaron y donde seguimos aprendiendo a ser Iglesia, Pueblo de Dios, misterio de comunión misionera, “en salida”, corresponsables, cada día, desde que de adolescentes tuvimos la gracia de comenzar un camino de comunidad discipular misionera en la Acción Católica, que nos formó con un profundo espíritu eclesial en nuestra vocación laical, que se fue proyectando en diversas direcciones y distintos compromisos asumidos…

P: Si tuvieran que marcar una prioridad de temáticas para encarar, ¿cuáles señalarían?

E: En el tema laical, la madurez y la corresponsabilidad, no sólo como teoría sino como modo de vivir la Iglesia. La sinodalidad como ejercicio de diálogo y comunión efectivo y afectivo. El compromiso de los laicos en la vida social como expresión de la fe, en el trabajo por la vida, la justicia y la paz, en la promoción de la familia, en el cuidado de nuestra casa común… También la formación de los laicos para la misión. Quizás sea tiempo de proponer un sínodo para los laicos.

P: Al enterarse de la noticia del nombramiento, ¿en qué pensaron inmediatamente? ¿Cómo tomó la familia esta noticia?

Claudia: ¡Cuando nos enteramos, quedamos sorprendidos! Y a la vez disponibles. Estábamos cada uno en distintos encuentros. Estaba en Mendoza (en un Encuentro Regional de Dirigentes), Emilio en Paraná (en Repensando la Economía), y nos escribió por whatsapp el Padre Daniel Blanchoud, desde la Basílica de Luján, felicitándonos por la noticia, y se comprometió a encomendarnos en la misa a Nuestra Madre en Luján, y eso nos animó.

Emilio: Entonces nuestros hijos se enteraron por whatsapp en el grupo familiar donde enseguida el “espíritu de equipo” se puso en marcha como en cada compromiso, ya que debemos agradecerles siempre el acompañarnos, el motivarnos, el vivir juntos la fe y celebrarla como parte de la vida. Y de ahí rápidamente corrió entre amigos, que desde distintos lugares de nuestro país y del exterior nos han ido alentando y se han comprometido en rezar por la tarea encomendada y a aportar. Hemos recibido muestras de cariño y muchas bendiciones. Así que estamos agradecidos, con alegría sincera, con sencillez y con la certeza de que Jesús nos ayudará en lo que nos pide y que “iremos andando, nomás”, como decía Mons. Angelelli.

 

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