El cardenal Walter Brandmüller, uno de los más acendrados críticos de Francisco (es uno de los dos purpurados de la ‘dubia’ que continúan vivos), ha ido un paso más allá y ha bendecido el hecho más triste que se vivió en el reciente Sínodo para la Amazonía: el robo en la iglesia romana de Santa María en Traspontina, cerca de la basílica de San Pedro, de unos iconos indígenas traídos desde el Amazonas por participantes en el Sínodo. La acción fue llevada a cabo por un par de jóvenes que, desde el anonimato, grabaron con su móvil y difundieron en las redes cómo tiraban al Tíber a la Pachamama… Un hecho que llevó al mismo Papa a pedir “perdón” y a reclamar que la estuatilla estuviera en la misa de clausura en San Pedro, algo que al final no se produjo.
En declaraciones a LifeSiteNews, el cardenal ha tachado a los autores de esta irrespetuosa acción de “valientes macabeos” y de “profetas de hoy”, pues “han eliminado los horrores de la devastación de un lugar sagrado”. A su juicio, “estos dos jóvenes que arrojaron estos ídolos insípidos al Tíber no han cometido robo, sino que han cometido un acto, un acto simbólico”.
A la semejanza de Jesús…
Para Brandmüller, este acto guarda semejanza con el que el propio Jesús protagonizó en “la limpieza del Templo”, cuando expulsó del mismo a los comerciantes. Es más, le escandaliza que “estén siendo acusados de robo por parte del Vaticano”, lo que califica de “contorsión grotesca” y “una gran vergüenza”.
El purpurado concluye afirmando que la acción de los jóvenes, más que una crítica, merece que “se descorche el champán”.
Misión: derribar el celibato
Sobre el Sínodo en sí, Brandmüller lamenta que un “grupo de ideólogos” han evidenciado que “no desean entender el celibato por el Reino de los Cielos”. Se confirma así, a su juicio, su deseo de “derribar el celibato”; algo para lo que “han estado trabajando durante décadas”.