La fuerza de su palabra directa y veraz, nutrida por su experiencia misionera entre las comunidades indígenas, le han merecido el reconocimiento de la asamblea sinodal clausurada el pasado domingo 27 de octubre en Roma y la ovación de la prensa tras su intervención en la Sala Stampa del Vaticano.
La religiosa ecuatoriana Inés Azucena Zambrano Jara, superiora general de las Misioneras de María Inmaculada de Santa Catalina de Siena (Lauritas) y sucesora de Laura Montoya –la única santa colombiana–, conserva los bríos de su fundadora cuando habla de su experiencia como auditora y del papel de la mujer en la Amazonía.
PREGUNTA.- En los encuentros con la prensa, solo se escucharon aplausos el día que habló usted…
RESPUESTA.- Simplemente compartí mi experiencia tal como la viví.
Un acontecimiento eclesial único
P.- ¿Como una ‘madre sinodal’?
R.- Las mujeres que estuvimos allí asumimos nuestra responsabilidad con sentido eclesial, aportando nuevos caminos desde la riqueza de nuestros carismas. Lo hemos vivido con pasión y seriedad, participando activamente desde nuestra experiencia, con coherencia. En todo momento sentí a Dios invitándonos a responder a los gritos de la Amazonía y de la Casa común, que no dan tregua y que, como ha dicho el papa Francisco, necesita de nuestro “desborde”. Ha sido un acontecimiento eclesial único, en el que hemos centrado la atención en el clamor por la vida.
P.- ¿Tuvo eco la voz de la mujer en el Sínodo?
R.- Las mujeres hemos dado voz a la mujer de la Amazonía. Lo hemos hecho desde la esperanza, pero también desde el dolor y el sufrimiento de tantas mujeres. En este sentido, hubo muchos aportes proféticos, de denuncia, como queriendo decir: ¡despertemos! Y ese fue nuestro mensaje: aquí estamos las mujeres y queremos contribuir. Pero no viví sola este camino sinodal. Muchas mujeres estuvieron junto a mí y vibraron con el Sínodo.
