Es un actor querido, tanto en la pequeña como en la gran pantalla –cómo olvidar series como ‘Manos a la obra’ o películas como ‘Ninette’– y un multipremiado director con títulos como ‘Un franco, 14 pesetas’ o ‘Ispansi’. Tras la presentación oficial en el Festival de Málaga, ahora estrena la película ‘Abuelos’, con la que se pretende denunciar el ‘edadismo’ a la hora de emprender. El director, Santiago Requejo, cuenta la historia de los emprendedores forzosos expulsados del mercado laboral a los 50 años, cuando todavía tienen hijos a su cargo e hipotecas que pagar.
PREGUNTA.- Después de dirigir, ¿qué tal sienta estar a las órdenes de otro?
RESPUESTA.- Cuando el otro, en este caso Santiago Requejo, es inteligente, sienta muy bien. Y eso que era su ópera prima. Ha sido muy fácil ponerse en sus manos.
Con el tema de la crisis, se habló mucho del problema de los jóvenes que tenían que irse al extranjero, pero se habló poco del colectivo de personas mayores de 50 años que se vieron de repente en el paro…
Con familias que mantener, recibos a los que hacer frente, hipotecas por pagar… De eso va esta película, y lo más bonito es que se le ha ocurrido a un director que tiene 34 años. Estamos hablando de casi dos millones de personas en esa circunstancia, que después de toda una vida de aprendizaje se ven de brazos cruzados, porque la sociedad cree que nos los necesita para nada. ¿Alguien piensa en ellos?
P.- La película busca combatir el ‘edadismo’ a la hora de emprender… ¡Me encanta ese concepto!
R.- Hay que reivindicar la edad como un valor y no como un hándicap. No ocurre en otras partes del mundo. Aquí solo interesa pagarle la mitad a un joven para explotarlo.
P.- A los tres protagonistas, toda la gente de su entorno se empeña en buscarles ocupación. La principal: hacer los recados y encargarse del cuidado de los nietos…
R.- Porque pensamos que es lo único que puede hacer un mayor. La sociedad es muy dura en ese sentido. Si un mayor de 50 años solo vale para eso, ¡apaga y vámonos! Hay abuelos que no tienen vida propia, y los hijos –por circunstancias sociales– les tienen esclavizados. Hay amigos a los que no puedo ni ver…
P.- ¿Cómo trata a los mayores nuestra cultura?
R.- Les convertimos en invisibles. Otras culturas les reverencian, aprenden de su experiencia. Nosotros les ignoramos en esta época de juventud y belleza. Cuando yo tenía 20 años, los grandes papeles eran para actores de más de 50, y siempre me quedaba sin ellos. Ahora que los he cumplido sobradamente, solo mola ser joven. (…)