Entrevistas

Luis Argüello sobre la homilía en la inhumación de Franco: “No era necesario transformarla en una hagiografía”

  • “Han querido implicar a la Iglesia en el apoyo o rechazo a la exhumación de Franco”, afirma el secretario general del Episcopado
  • El obispo auxiliar de Valladolid aboga por que haya “una comunidad orante” tras la resignificación del Valle de los Caídos





Primeras valoraciones desde la Conferencia Episcopal Española tras la exhumación de Franco el pasado 24 de octubre. Un asunto en el que la Iglesia, muy a su pesar, ha estado en el punto de mira de las críticas. “Decisiones de marcado carácter político han querido implicarnos”, señala en una entrevista exclusiva con Vida Nueva Luis Argüello, secretario general del Episcopado español, quien vería bien que “una comunidad orante” siguiese en el Valle de los Caidos tras la resignificación de ese lugar.

PREGUNTA.- Un sector de la sociedad ha criticado con dureza la postura de la Iglesia en el tema de la exhumación. Ha tachado incluso a los obispos de traidores y la familia de Franco dice que no volverá a marcar la X de la Iglesia en la casilla del IRPF. ¿Qué es lo que no les ha gustado de su postura?

RESPUESTA.- La Iglesia ha intervenido a través de quienes se han visto directamente implicados en esta decisión de los tres poderes del Estado: el obispo local, que insistentemente ha situado el asunto en el acuerdo deseable entre el Gobierno y la familia; el prior de la comunidad monástica, que ha querido preservar el significado de la inviolabilidad de un templo católico, la situación de los restos mortales de los monjes inhumados en el Valle y los derechos de la familia; y la Santa Sede, firmante de los Acuerdos con el Estado, que ha pedido el cumplimiento de las leyes en el tenor de los Acuerdos.

La decisión de inhumar al general Franco en el Valle fue una decisión del Gobierno en 1975 y la decisión de exhumar también ha sido gubernamental, apoyada en un acuerdo del Congreso de los Diputados y refrendada su legalidad por el Tribunal Supremo. Decisiones de marcado carácter político quieren implicar a la Iglesia en su apoyo o rechazo. Diversas instituciones eclesiales han mostrado el deseo de un acuerdo y, siempre, el respeto a las instituciones y a los derechos de todos los implicados, en un clima de reconciliación, concordia y mirada al futuro.

Utilización ideológica y electoralista

P.- Otro sector social, sin embargo, se ha quedado con la imagen de que la Iglesia se ha opuesto con uñas y dientes. ¿Cómo se lo explica?

R.- Por la utilización ideológica y electoralista de este hecho y por interpretar como oposición la llamada al acuerdo y el preservar la inviolabilidad de un templo que, sin ser absoluta, merece ser reconocida y salvaguardada. El propio Gobierno ha reconocido la necesidad de solicitar permiso. La inviolabilidad ha sido siempre valorada por la sociedad. Pensemos en los años 60 y 70, cuanto los opositores al régimen del general Franco se refugiaban en templos o en aulas universitarias invocando la inviolabilidad de esos espacios.

P.- En cierta medida, “la última palabra” de la Iglesia en este asunto es para muchos la homilía del sacerdote que presidió la inhumación en Mingorrubio. ¿Preocupa esto en el Episcopado?

R.- La Iglesia recomienda en las celebraciones por los difuntos invocar la misericordia de Dios y poner en sus manos a aquellos por quienes oramos. Está bien resaltar los lazos que nos unen y el agradecimiento al Señor por los dones que nos ofrece a través de cada persona, sin transformar ese reconocimiento en una hagiografía tal que parezca hacer innecesaria la misericordia de Dios.

¿Dejarán los benedictinos el Valle de los Caídos?

P.- En el proceso de resignificación del Valle de los Caídos, empieza a hablarse de la salida de los benedictinos. ¿Cómo vería la Iglesia esta decisión?

R.- Si se quiere que el Valle sea un lugar para honrar a todas víctimas y también de reconciliación, la presencia de una comunidad orante abre la significación también al sentido transcendente de la vida, al perdón que brota de la Cruz y a la esperanza en la verdad y justicia plenas en la vida eterna.

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