‘Viri probati’: hacia un nuevo perfil de presbíteros comunitarios

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Con la aprobación del Documento final del Sínodo amazónico, se inaugura un nuevo tiempo para el debate sobre la ordenación de hombres casados que, por lo pronto, apuntaría al sostenimiento de “la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica”, aunque sin dejar de lado la solicitud de “un abordaje universal del tema”.

La cuestión –tratada en el n. 111 del citado texto– ha contando con el beneplácito de 128 padres sinodales, que apoyaron la propuesta de “establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente” para dar vía libre a los viri probati, como se conoce a esta posibilidad de que “hombres idóneos y reconocidos por la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado”, puedan prestar tal servicio, favorable a la vida sacramental de las comunidades, sin menoscabo de que puedan “tener familia legítimamente constituida y estable”.

Las mayores resistencias

No deja de ser significativo, de todos modos, que el 24% de los padres sinodales (41) haya rechazado este clamor –de larga data– de la Iglesia de la Amazonía, que no solo ha tenido entre sus defensores a figuras tan emblemáticas como el obispo Erwin Kräutler, emérito de la Prelacía de Xingú –la más extensa de Brasil–, sino que ha brotado de la consulta a las comunidades que habitan el vasto territorio panamazónico durante el camino de preparación al Sínodo. Por otra parte, es importante anotar que ninguno de los restantes 119 artículos del Documento final tuvo una resistencia tan alta.

Más allá de las votaciones, queda claro que la propuesta de la Asamblea ha obedecido a motivos “estrictamente pastorales” y “no contempla a la Iglesia universal, sino a la Amazonía”, como explica el jesuita Víctor Codina –perito del Sínodo–, consultado por Vida Nueva. Además, “no dejar al pueblo por largo tiempo sin Eucaristía, Penitencia y Unción no es una petición del clero, sino del pueblo”.

La Eucaristía, antes que la ley

“Teológicamente, hay que afirmar que la Eucaristía hace la Iglesia, es la cumbre y fuente de vida cristiana, es un derecho divino el poder participar de ella y no se puede anteponer a ello una ley eclesiástica, por venerable que sea, como es el celibato que la Iglesia latina exige para el presbiterado”, sigue Codina, destacando que “esta norma no estuvo en vigor en la Iglesia durante el primer milenio, ni está en la Iglesia católica oriental”. Con todo, también hay que decir que “no se pide la supresión de la ley del celibato, sino su dispensa para casos concretos, como de hecho varios papas ya han dado”, anota el teólogo jesuita

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