La Basílica de San Pedro ha acogido en la mañana de este lunes 4 de noviembre la misa en sufragio de los cardenales y obispos fallecidos este año. Presidida por el papa Francisco, este ha apuntado en su homilía “tres estímulos” que deberían plantearse todos los cristianos en su relación con Dios, conscientes de que “nuestra ciudadanía está en los cielos”.
“¿Qué me sugiere la idea de la resurrección? ¿Cómo respondo a mi llamada a resucitar?”, ha pedido Bergoglio que nos cuestionemos, individualmente. Huyendo de lo abstracto o lo difuso, ha invitado a que sea un proceso de interiorización propio y real, “con preguntas concretas”. Así, la clave está en “involucrar a Jesús”, en “dialogar con Dios”. ¿Cómo y dónde? “En lo rutinario”.
“¿Llevo a Dios a las personas con las que me encuentro? ¿Qué me importa realmente, mis intereses personales o el Señor?”, serían otras de las preguntas que deberíamos hacernos. Aunque la esencial es esta: “¿Vivo yendo al Señor o giro sobre mí?”. Para el Papa, no podemos olvidar que Jesús es claro en el Evangelio: “Al que viene a mí, yo no lo echaré”.
Por tanto, hay que tener claro que aquí “no hay término medio”. Y es que “no se puede ser de Jesús y girar sobre uno mismo”, sino que la única opción es “ir en salida, hacia él”. “La salida más importante y difícil –ha remarcado– es la de nosotros mismos. Solo saliendo de nosotros mismos, abrimos la puerta que conduce al Señor”. Y con él nos encontramos con “la vida” en forma de resurrección.
Un segundo estímulo es la ayuda al prójimo necesitado: “Inclinarse sobre el necesitado es una antesala del Paraíso”. Aquí, el Papa ha llamado a “avanzar en este puente” y a “dejarnos conmover” y “llorar por el que sufre”. “No es buenismo o caridad en minúscula –ha defendido–. Aquí está la resurrección”.
El último estímulo es un consejo práctico: “Antes de tomar una decisión importante en nuestra vida, imaginémonos ante Dios en el día del Juicio”. “Este es –ha concluido– un ejercicio útil para ver la realidad con los ojos del Señor” y, así, poder tomar “decisiones con sabor a eternidad, con el gusto del amor”.