Sumergidos en la preparación del histórico Sínodo que tendrá lugar en enero, los obispos de Alemania no dejan de sentirse interpelados por su realidad nacional y denuncian con todas sus fuerzas aquello que les preocupa. Así, su última llamada de atención obedece a un fenómeno más que preocupante, en pleno bullir del populismo xenófobo y nacionalista, y más tratándose del país en el que el nazismo encendió la llama del Holocausto: el auge del “antisemitismo”.
Tras celebrarse, este pasado domingo 3 de noviembre, un encuentro entre la Conferencia Episcopal Alemana y la Conferencia de Rabinos Ortodoxos de Alemania, los representantes de ambas entidades religiosas han hecho público un comunicado conjunto en el que se alerta sobre esta lacra social.
El presidente del Episcopado germano, el cardenal Reinhard Marx, ha detallado hasta qué punto estamos ante algo que no se puede ignorar: “Estoy muy preocupado porque vivo en una sociedad donde cada vez hay más blogs e ideologías de personas que no se dejan instruir, que incurren en teorías conspiratorias y que rápidamente se convierten en caja de resonancia para sordas consignas antisemitas”.
En la misma línea se ha manifestado el presidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Josef Schuster, quien considera que “las líneas rojas se han desplazado”. Eso sí, aún se está a tiempo de virar la dirección: “Lo que necesitamos es algo muy barato de obtener: Necesitamos el coraje civil de cada individuo. El coraje civil puede cambiar nuestro país”.
La Iglesia evangélica luterana de Alemania no se ha quedado atrás ante este reto social y, desde el pasado 19 de octubre, cuenta con un departamento para la lucha contra el antisemitismo, siendo su primer responsable el teólogo y académico Christian Staffa, quien también es presidente del Grupo de Trabajo Judíos y Cristianos, perteneciente a la comunidad luterana.
En los últimos años, el desprecio a las señas de identidad de los judíos alemanes está más presente en los medios del país, alentado sobre todo por emergentes grupos políticos que, en pleno proceso de revisión histórica, han roto los tabúes y ya no dudan a la hora de reivindicar determinados “logros” del régimen de Hitler.
Este clima desembocó, el pasado 9 de octubre, en un ataque a la sinagoga de Halle, en Sajonia, cuando un ultraderechista asesinó a dos personas que pasaban por la calle e hirió a varias más. Capturado por la policía, confesó que con ese acto quería visibilizar su odio a los judíos.