La Universidad CEU San Pablo celebra, los próximos días 15, 16 y 17 de noviembre, el XXI Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Rafael Sánchez Saus, director de las jornadas, habla con Vida Nueva acerca de la preocupación de la institución por algo tan fundamental como la libertad educativa, algo que, a su juicio, está en riesgo en nuestro país.
PREGUNTA.- ¿De dónde nace la preocupación que lleva a celebrar este congreso?
RESPUESTA.- El tema del congreso es la educación, pero concretamente la libertad de educación. La ACdP decidió centrar el tema de su asamblea del año pasado a la libertad de educación y orientar sus actividades hacia este objetivo, y de ahí este congreso. Esto respondía a una cuestión general, que es la percepción que tenemos de que la libertad de educación, que no solamente está reconocida en los Derechos Humanos fundamentales y en la propia Constitución, en España, es uno de los elementos menos valorados por los propios agentes de la educacón, incluidos padres y alumnos.
En los últimos años ha ido imponiéndose un esquema en el que el Estado es el protagonista en la educación, dejando al resto de elementos como algo subsidiario. Nosotros lo que queremos hacer valer es la importancia que tiene la libertad en los sistemas educativos de las sociedades avanzadas, como uno de los valores fundantes de cualquier modelo que merezca la pena.
P.- ¿Cómo se manifiesta esa vulneración del derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos?
R.- Pues tanto a la hora de promocionar los centros como a que cada vez hay una intromisión mayor en los contenidos curriculares, de manera que, ahora mismo, en España hay un único modelo educativo con independencia de cuál sea la titularidad del centro. Eso es, de por sí, altamente preocupante. Lo que ocurre con el tema lingüístico en muchas autonomías es lo mismo que vemos en relación a la clase de Religión, por ejemplo.
Otra forma de vulnerar esta libertad es limitando los recursos a la enseñanza concertada, la forma en la que se orienta la preferencia de los padres hacia la pública. No queremos olvidarnos de la educación de titularidad estatal, pero sí que es cierto que el Estado se hace presente de tal forma que el resto de agentes pasan a un segundo plano, como los padres o el claustro de profesores. Todo esto viene acompañado de una tolerancia enorme por parte de la sociedad, que, creo yo, no se da cuenta de hasta qué punto se juega su futuro. Se le da mucha importancia a otras cuestiones, pero esta intromisión no se contempla como un problema.
P.- ¿Es la inestabilidad política un problema para la concertada? ¿Se solventaría con un pacto educativo?
R.- No sé si puedo atreverme a dar soluciones, pero apoyo todo lo que sea entendimiento entre los distintos grupos, no solo entre los políticos. No son ellos los que tienen que solucionar la educación, sino la sociedad, que debe ser consciente de hasta qué punto la educación es cosa suya y, en todo caso, proponer soluciones. Precisamente esto es lo que pretendemos con el congreso, reflexionar y dialogar. Un pacto de Estado deja todo en manos de los políticos, cuando realmente lo que debe haber es un pacto social de todos los agentes, sin exclusión por ningún tipo de razón. Esta será la única manera de que se respete a todos.
P.- ¿Cómo perciben la educación desde la ACdP?
R.- El CEU es nuestra principal obra educativa, y en ella se desarrollan todos los elementos que consideramos clave. Lo que sí puedo decir es que para la ACdP, desde hace muchísimos años, la educación es una de sus principales preocupaciones. Para una Asociación como la nuestra la educación es un elemento articulador de todo, esencial para cumplir su misión, que no es otra que la de evangelizar. Para nosotros la libertad de educación tiene que ver con la forma de que, en libertad, contribuimos a la evangelización de la sociedad. Esto lo tenemos que hacer con todos los elementos de la máxima calidad a nuestro alcance, sin olvidar nunca cuál es el objetivo de nuestra acción.
P.- ¿Hacen falta más católicos en puestos de decisión?
R.- Yo creo que ahora mismo hay un déficit de cristianos en la esfera pública. Es evidente que esta generación está viviendo una desaparición creciente de los cristianos. Yo soy profesor universitario y he visto cómo se ha ido produciendo ese arrinconamiento hasta que la religión ha quedado reducida al ámbito de la intimidad. Si uno se reconoce como cristiano, ya sabemos que se le cierran muchísimas puertas.