“Ni un mensaje edificante, ni lecciones de vida, sino ternura: eso es lo único que puede ayudar a los muchachos de las pandillas de Los Ángeles a salir de una vida de violencia”. Así habló ayer, 5 de noviembre, Gregory Boyle, jesuita, fundador y director de Homeboys Industries, en California. Lo hizo durante la segunda jornada del 50 Aniversario del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, que se celebra estos días en la sede de la curia general de la Compañía de Jesús en Roma, donde relató su experiencia durante 30 años trabajando con estos jóvenes.
“En Los Ángeles hay 150.000 pandilleros”, subrayó, de los cuales “15.000 han pasado por nuestras instalaciones para tratar de imaginar una nueva vida”. “Muchos de ellos, sin embargo, no saben lo que es un jesuita, una vez que escuché que el líder de uno de los grupos que viene a visitar Homeboys Industries me presentó como un ‘sacerdote giugitzu'”, añadió, explicando que su labor allí es la de estar “con aquellas personas cuya dignidad ha sido pisoteada, las personas descartadas, los demonizados”.
Y es que “en Los Ángeles los miembros de las pandillas son la población más despreciada y demonizada”. Sin embargo, Boyle aclaró que “no vamos a los márgenes para marcar la diferencia, sino para que la gente de los márgenes nos haga diferentes”, ya que “estas personas están buscando un lugar para dar el primer paso hacia la transformación”.
Que la ternura reemplace al dolor
“Las personas que vienen a nosotros están traumatizadas, dañadas”, dijo Boyle, quien matizó que algunas tienen incluso “enfermedades mentales”. Pero, a todos ellos, se trata de hacerles llegar “la esperanza”. “Estamos llamados a crear una comunidad donde haya ternura, donde la ternura pueda reemplazar el daño, porque una persona tratada con ternura podrá concebir tratar a los demás con ternura”, ha explicado. En Homeboys Industries los jesuitas ofrecen formación profesional, asistencia legal, terapia psicológica y atención médica, “pero todo esto es secundario a la sensación de ser atendido con ternura”.
“Todos los que vienen a nosotros tienen un enorme sentido de vergüenza, solo conocen la violencia, y sólo la ternura puede salvarlos”, aseveró Boyle, quien contó la historia de un joven que “vendió crack y cocaína y pronto se convirtió en su primer consumidor” y a quien encontró un centro de recuperación.
“Mientras estaba allí, su hermano, también en las pandillas, se suicidó disparándose en el templo frente a su novia”, dijo, “fui a recogerlo para acompañarlo al funeral, y me contó un sueño: estábamos él y yo en una habitación completamente oscura, en cierto momento encendía un mechero y señalaba el interruptor, y él encendía la luz. Con la voz de los que estaban descubriendo algo, me dijo que entendía entonces que la luz es mejor que la oscuridad, como si hasta entonces no hubiera sabido que así era. Nuestra tentación es encender la luz, mientras que todo lo que podemos hacer es indicar dónde está el interruptor”.
Resolver los problemas actuales
El Padre Boyle habló en la sesión dedicada al compromiso con los jóvenes junto a Noluthando Honono, joven líder sudafricana, que presentó algunas de las cuestiones que los jóvenes hacen a la Iglesia y a la Compañía de Jesús, desde temas doctrinales hasta sexuales, así como el papel de la mujer en una Iglesia a menudo “masculina”.
“Todos los desafíos”, dijo, constituyen también una “oportunidad única: escuchar a los jóvenes, no proponerles soluciones, sino preguntarles cómo resolver los problemas que surgen hoy”. “Si la Iglesia es un lugar cuya credibilidad es contradictoria, simplemente nos iremos, y si la religión y la espiritualidad son contradictorias, elegiremos la espiritualidad y dejaremos la religión”, dijo.
Después de que el primer día de estas jornadas estuviera dedicado al recuerdo de los últimos cincuenta años, el segundo día del congreso se centró en abordar los retos del presente. La mañana comenzó con una conferencia sobre los desafíos y oportunidades para caminar con los excluidos moderada por Julie Edwards, CEO de Jesuit Social Services en Australia. En la mesa participaron también Jeffrey Sachs, director del Proyecto del Milenio de la ONU y asistente del ex Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.
Justicia y reconciliación
Sachs explicó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y subrayó que, en un mundo marcado por enormes desequilibrios entre países, una redistribución responsable de los recursos “podría restaurar la justicia y evitar el analfabetismo y las enfermedades, pero también la muerte de cinco millones de niños al año en las zonas más subdesarrolladas del planeta”. “El problema no es la falta de recursos, sino las decisiones políticas equivocadas”, subrayó.
En el 50 aniversario del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, la Compañía de Jesús ha querido, además, rendir homenaje a los 57 jesuitas que, en los últimos 50 años, han sido asesinados “por defender la justicia y la reconciliación”. Por ello, han elaborado la publicación ‘Mártires jesuitas: antorchas de luz y esperanza’, una breve semblanza de cada uno de ellos y testimonios de personas que los conocieron.
“Todos profesaron un profundo amor por Jesucristo y por el Evangelio”, subraya la Compañía de Jesús. “Siguieron a Jesús yendo a las fronteras, a las periferias del mundo y permaneciendo allí”, donde “sus asesinos quisieron silenciarles al arrebatarles la vida”. Paradójicamente, “su espíritu sigue vivo y continúa dando frutos y su luz brilla intensamente”.