El tercer día de trabajo en el congreso mundial celebrado en Roma para conmemorar la fundación, hace 50 años, del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús ha incidido en la urgencia de la justicia climática, siempre con el reciente Sínodo para la Amazonía como telón de fondo.
En una mesa redonda moderada por el jesuita Prem Xalxo, de la Universidad Pontificia Gregoriana, ha ofrecido su testimonio la activista india Sunita Narain, quien ha señalado el vínculo entre “la globalización económica y la globalización ecológica”, lamentando la “falta de cooperación” entre ambas realidades, pese a que ambas están profundamente relacionadas, padeciendo sus déficits las personas más pobres.
Un mundo interconectado
Narain ha profundizado en la noción de la justicia climática, puesto que la realidad de nuestro mundo globalizado, en el que todo está interconectado, es que las potencias más contaminantes dañan el medio ambiente, padeciendo sus peores consecuencias (en forma de desastres naturales) quienes viven en los países menos desarrollados y, por tanto, menos responsables de la contaminación. De ahí que, además de que “los ricos deben cooperar con los pobres”, estos últimos “también deben tener control sobre las decisiones”. Y beneficiarse de sus logros.
Junto a la activista india, ha participado en el coloquio el cardenal peruano Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo y vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), siendo además uno de los presidentes delegados del reciente Sínodo amazónico. El purpurado ha destacado que la asamblea sinodal se puede resumir en tres palabras: “Conversión (conversión a la espiritualidad de escuchar a Dios, a los demás, a lo invisible), convicción (aún más fuerte al final de la asamblea) y compromiso (compromiso de servir a Cristo y amar y servir a los demás con el cuidado de nuestra casa común)”.
El Papa va por delante
Barreto ha querido mostrar su agradecimiento al papa Francisco, asemejándole a Pedro Arrupe, superior de la Compañía que tuvo la intuición, en 1969, de fundar el Secretariado para la Justicia Social y la Ecología. Si entonces “la Compañía de Jesús corrió más rápido que la Iglesia, hoy es Francisco el que corre delante de nosotros”, siendo todos los demás, jesuitas incluidos, los que “debemos seguirle el ritmo”.
La segunda mesa redonda del día, moderada por Daniel Villanueva, vicepresidente ejecutivo de Entreculturas, se ha centrado en las “Preferencias Apostólicas Universales” que se ha marcado en la actual etapa la Compañía de Jesús, entendiéndolas en buena parte como “una llamada a la colaboración” con las personas y entidades, dentro y fuera de la Iglesia, comprometidas con la promoción de la justicia y la dignidad humanas.
Un mundo sin Dios
James Hanvey, responsable del Secretariado del Servicio para la Fe, ha reconocido que, “para mucha gente en nuestro mundo, Dios está ausente. Y, si la divinidad se esconde, debemos preguntarnos cómo podemos abrir los ojos para ver su presencia”, siendo una realidad que “no vemos dónde está Dios porque no lo vemos en los pobres”.
Para José Mesa, secretario de Educación Primaria y Secundaria, “hemos aprendido a caminar juntos; por fin nos sentimos parte del mismo cuerpo y tenemos la misma misión”, desde la certeza de que “unidos somos mejores que divididos”.
Buena acogida
En la misma línea ha ido Michael Garanzini, secretario de Educación Superior, quien se ha congratulado por la buena acogida que las Preferencias Apostólicas Universales han tenido en el mundo académico jesuita. Tom Smolich, director internacional del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) ha reconocido que, en un principio, pensó que la cuestión de los refugiados había sido “devaluada”, pero, tras un “proceso de conversión”, entendió “el significado inspirador de las Preferencias Apostólicas Universales”. Mark Ravizza, delegado para la Formación, ha reclamado que se cuide con mimo la formación de todas las personas, consagradas y laicas, comprometidas en el apostolado social de la Compañía.
Mañana, jueves 7 de noviembre, llegará uno de los momentos centrales para los más de 200 participantes del congreso, cuando serán recibidos por el papa Francisco en una audiencia.
