El cardenal Sarah, en España: “Es más necesario que la Iglesia trabaje contracorriente que centrarse en la misericordia”

  • El purpurado africano ofrece la ponencia de presentación del 21 Congreso Católicos y Vida Pública
  • Denuncia el clima “infectado por la ideología de género” y reclama que la Iglesia enseñe “con firmeza su doctrina”
  • Antonio María Rouco Varela y Antonio Cañizares arropan al prefecto de Culto Divino en ausencia de Osoro

El cardenal Robert Sarah, en la Universidad CEU San Pablo

El cardenal Robert Sarah entra en el auditorio de la Universidad CEU San Pablo. Aplausos. Antonio María Rouco Varela y Antonio Cañizares aguardan en la primera fila. No así el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que, al contrario que Cañizares, se ha ausentado al estar en la reunión del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española.

Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), comienza la presentación del 21 Congreso Católicos y Vida Pública poniendo el foco en la oleada de peticiones para asistir a la ponencia sobre educación del prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Un total de 600 personas confirmaron su asistencia para el evento que presenta el congreso, que se celebrará en la misma universidad del 15 al 17 de noviembre. Tal es el éxito de la convocatoria que se ha habilitado otro salón, amén de la retransmisión en streaming. Y es que, como ha indicado Gullón de Mendoza, “toda su obra es una llamada de esperanza para los católicos”.

Francisco Serrano, periodista y profesor de la Universidad, ha sido el encargado de presentar al cardenal Sarah, sobre el que, según sus palabras, “pesan demasiados estereotipos”. “Su amor por la verdad le hace ser auténticamente libre”, ha indicado con admiración. Asimismo, ha recordado que Sarah es un “humilde servidor” de la viña del Señor.

“Una sociedad sin Dios”

Sarah ha comenzado su ponencia, titulada ‘La importancia de la educación en la misión de la Iglesia hoy’, echando la vista atrás. Su primera cita, en alusión al papa Pío XI. Para luego poner el foco en que “la crisis antropológica y moral sin precedentes que atraviesa nuestro tiempo exige que la Iglesia asuma una mayor responsabilidad y compromiso para proponer su enseñanza doctrinal y moral de modo claro, preciso y firme”.

Y ha continuado: “Hoy, a algunas personas les gustaría que la Iglesia se centrara exclusivamente en el ejercicio de la misericordia, en el trabajo de reducir o incluso erradicar la pobreza, en la acogida de migrantes, en la acogida y acompañamiento de los ‘heridos de la vida'”. “Ciertamente es necesario invertir en la solución de problemas sociales –ha proseguido–, pero también es necesario, y quizás incluso más que nada, trabajar contra corriente para evitar que tantos hombres y mujeres resulten heridos en sus cuerpos, sus almas, su inteligencia, su afectividad, etc. ¿No es la educación la mejor prevención? Se trata del ejercicio de la justicia y de la misericordia”.

En alusión a la “mayoría de estudiantes”, el purpurado ha considerado que actualmente están en “un clima infectado por la ideología de género, la ideología prometeica del transhumanismo, con la pretensión del hombre de ocupar el lugar de Dios, debemos ser capaces de medir la gravedad de la crisis”.

Durante su ponencia, el cardenal curial solo ha citado en una ocasión al Papa para hacer referencia a la ideología de género y no ha aludido en ningún momento a la apuesta educadora de Francisco: el pacto global por la educación.

“La legitimación social de la homosexualidad”

Durante su alocución ha denunciado también “la legitimación social de la homosexualidad”. De hecho, “si la sexualidad ya no se percibe a la luz del don de la vida, ¿cómo se puede considerar la homosexualidad como una perversión, un desorden objetivo y grave?”, se ha preguntado. En ese momento, el padre Ángel, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, presente en el auditorio, se ha levantado y se ha ido.

El prefecto de Culto Divino continuó e insistió en que “la Iglesia y la universidad atraviesan una crisis muy profunda, la de una sociedad laicista, secularizada, sin Dios”. Del mismo modo, ha recordado que esta crisis proviene del “constante cuestionamiento de los valores fundamentales que durante miles de años han apoyado, enseñado, educado y estructurado al hombre internamente”.

El cardenal ha apuntado que debemos ser capaces de medir la gravedad de la crisis, “dada la atmósfera atea o de indiferencia hacia las cuestiones religiosas o morales en la que se encuentran impregnadas la educación y las estructuras escolares”. En este mismo sentido, Sarah ha destacado la necesidad de entender que “el núcleo del acto educativo es que la persona educada adquiera las virtudes que le permitan desplegar y estructurar su humanidad y su personalidad de acuerdo con la verdad que les es intrínseca”.

La familia, “desestructurada”

Para ello, además de la escuela y la universidad, “la familia es la primera célula que puede proporcionar esta fantástica carga emocional, en medio de la confusión de ideas, de ideologías, del desorden de información e impresiones que asaltan por todos lados a muchos jóvenes”. Sin embargo, ha apuntado que “por desgracia, –la familia– está desestructurada, demolida, desmantelada; y con frecuencia, en nuestros días, pide ser reemplazada por la escuela”.

Sarah ha denunciado que en el Occidente posmoderno, en las últimas décadas, “algunos en la Iglesia han abandonado el campo de la educación, influidos e impresionados por la crisis de transmisión y por la revolución cultural que hemos conocido en muchos de nuestros países”.

También ha aprovechado su ponencia para hablar sobre ecología. “La preocupación ecológica actual por el medio ambiente en el que el hombre vive es legítima, pero no debe concernir solo al medio natural. Debe llevarse también al ambiente social y cultural en el que los hijos son educados”, ha remarcado. Sonoro aplauso.

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