La parroquia de Santa Ana de la localidad brasileña de Gravatá recibe, cada domingo, a sus feligreses, pero también a perros callejeros para favorecer su adopción. Esta iniciativa solidaria del párroco João Paulo Araujo comenzó al acoger a perros abandonados en su casa y, ahora, los lleva cada domingo a la iglesia con la esperanza de que alguno de los asistentes decida darles un hogar.
De esta manera, los asistentes a sus misas comparten la celebración con los animales, quienes interactúan con Araujo mientras las preside. “Siempre podrán entrar, dormir, comer, beber agua y encontrar refugio y protección, porque esta casa es de Dios y ellos son de Dios”, ha dicho el sacerdote. “Nadie va a tocar a mis protegidos”.
Un nuevo san Francisco de Asís
Asimismo, Araujo ha creado una red de voluntariado para garantizar que los perros tienen agua y alimentos, y atiende de manera especial a aquellos que necesitan asistencia por su salud. De hecho, en su perfil de Facebook – red social que ha convertido en un instrumento fundamental de su labor, ya que gracias a ella ha trascendido fronteras – explica su sueño: un lugar donde los animales enfermos puedan ir a sanar. “El nombre ya lo tengo”, escribe, “Hogar San Francisco de Asís”.
Araujo insiste, una y otra vez, en la importancia de la ternura con todas las criaturas. Sin embargo, es consciente de que hay personas que no aceptan o no están de acuerdo con lo que hace, si bien considera que “lo más importante es que la ciudadanía tome conciencia”.