María Emilia Riquelme y Zayas ya es beata desde pocos minutos después de las 11 de la mañana de este sábado, 9 de noviembre. Así lo ha decretado el prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, Angelo Becciu, por mandato del papa Francisco en una concurrida celebración en la catedral de Granada. “En ella veneramos a una cristiana ejemplar, un alma de Dios, separada de todo lo mundano”, ha señalado en su homilía el cardenal Becciu.
“Nos encontramos frente a una mujer de gran fervor religioso, cuya existencia se centró en el Señor, a quien ella reservó el primer lugar”, señaló el prefecto alabando “su fe profunda y viva en el misterio de Dios, que fue la luz que la iluminó hasta el final”. Y es que recordó acudiendo a los testimonios, “aunque estuviera inmersa en tantas ocupaciones como fundadora, estas no le impidieron cultivar una intensa vida interior y alimentar constantemente un amor sin límites por el Señor”.
“Dios es toda mi vida” fue un lema que la nueva beata repetía. “Su extraordinario amor por Dios lo manifestó sobre todo en la Eucaristía; donde quiera que fuera, buscaba en primer lugar las iglesias donde tenía lugar la adoración eucarística”, añadió. Para Becciu “de la nueva beata llama la atención sobre todo la ‘pasión’ eucarística, vivida personalmente con constancia y transmitida a sus hermanas”. Algo que se tradujo en vivir con “la perspectiva eucarística como fuente de una caridad con una clara proyección eclesial y misionera”.
“Granada se convirtió en el corazón de la misión de un grupo de mujeres intrépidas que adoraban al Santísimo Sacramento día y noche para pedir la gracia de poder educar a las niñas más pobres y poder ir por el mundo para anunciar el Evangelio”, aludió en relación a su experiencia de fundadora. Fue “una mujer evangélicamente fuerte, que ha respondido con valentía y con una mirada profética a las urgencias de momentos históricamente difíciles y complejos, para difundir con generosidad la semilla evangélica”.
“Con la beatificación de la Madre María Emilia Riquelme y Zayas, la Iglesia propone hoy a la imitación de los creyentes el ejemplo de una mujer evangélica que recuerda los valores esenciales del ser cristianos y consagrados: el amor tenaz y exclusivo por Cristo y por su Evangelio, la opción preferencial por los más pobres de la tierra, la oración como fecunda raíz oculta de nuestro trabajo, el optimismo de la esperanza, el sentido de la justicia, la alegría y la confianza que siempre deberían acompañar nuestro testimonio cristiano”, concluyó.
María Emilia Riquelme y Zayas nació en 1847 en Granada. Huérfana de madre desde los 7 años, experimentará de forma muy cercana la maternidad de la Virgen María. La enfermedad y muerte de su hermano Joaquín a los 17 años supondrá una prueba. Vive en diferentes ciudades su juventud por los destinos de su padre, militar de profesión, e irá comprometiéndose en el apostolado hacia los más pobres y necesitados.
Renuncia a la herencia paterna para ser religiosa, se siente llamada a fundar la Congregación de Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada para adorar al Señor día y noche y trabajar en el campo de la educación y en misiones. Su lema es “Entrega voluntaria y alegre por la gloria de Dios y el bien de los hermanos”, hecho todo con un tono de sencillez y humildad. Falleció en la Casa Madre de la congregación en Granada, el 10 de diciembre de 1940.
En la misa, participaron dos cardenales, dos arzobispos y 9 obispos –la mayoría con vinculación a la Iglesia en Andalucía y dos prelados colombianos–, junto a 120 sacerdotes del clero diocesano. Asistieron, además, unas 200 religiosas de la congregación procedentes de 8 países más –Portugal, Brasil, Bolivia, Colombia, Estados Unidos, México, Angola y Filipinas– y 6 ciudades españolas, según datos de la organización. Unos 4.000 fieles siguieron la celebración –que fue transmitida por televisión– desde la seo. 180 voluntarios han colaborado con las distintas autoridades en el desarrollo del evento.
La celebración de este sábado estuvo precedida por una vigilia de oración en el Monasterio de San Jerónimo, distintas actividades para los peregrinos y un ciclo de conferencias. El cuerpo de la nueva beata permanecerá en la catedral granadina hasta esta tarde, cuando a las 18:30 está previsto que sea trasladado hasta la Casa Madre de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada. Mañana, domingo 10 de noviembre, la catedral acogerá la eucaristía de acción de gracias por la beatificación.