La Iglesia en México ante la realidad del país: “No seremos combativos, sino proactivos”

  • La CEM recordó que no le corresponde la confrontación permanente e innecesaria para dar muestras de poder y valentía, sino aportar lo que es propio de su fe
  • En su mensaje con motivo de la 108 Asamblea Plenaria, los obispos llamaron a una pastoral proactiva y de intervención, con mayor peso en las comisiones y dimensiones episcopales

La Iglesia en México ante la realidad del país: “No seremos combativos, sino proactivos”

Ante la situación actual que vive el país a causa de las dificultades de tipo económico, político y social, la Iglesia en México llamó a no centrarse solo en las cosas negativas, sino reconocer aquello que se hace bien, y sobre todo, proponer caminos o soluciones apropiadas.

En su mensaje inaugural de la 108 asamblea plenaria, pronunciado por el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera López, los obispos del país hicieron un llamado a no caer en la tentación de reaccionar a todo sin ofrecer verdaderos caminos de solución.

“A quienes exigen de nosotros una posición más combativa, debemos recordarles que no nos corresponde la confrontación permanente e innecesaria para dar muestras de poder y valentía”, señaló.

Citando el numeral 170 del Proyecto Global Pastoral (PGP) 2031-2033, el también Arzobispo de Monterrey explicó que más que ser combativa, la Iglesia católica está llamada a aportar, “de manera humilde, respetuosa, dialogante, incluyente, a la vez que valiente y profética, lo que le es propio desde su fe”, a la sociedad.

Una pastoral proactiva

En este sentido, Cabrera invitó a los miembros de la Iglesia a sumarse a lo que llamó una “pastoral proactiva”, de tal manera que no sólo se reaccione ante las dificultades o retos que plantea la vida cotidiana, sino realizar una pastoral en la que se proponga el camino pastoral ya trazado en el PGP con las opciones y compromisos pastorales.

“Podemos y debemos combinar el debido respeto a las instituciones y nuestro interactuar y colaborar con ellas, con la firmeza de nuestras posiciones”, dijo.

Consideró que ante la necesidad de liderazgos sociales enraizados en el Evangelio, también es necesario que los obispos, desde su carisma y misión, y sin invadir ámbitos de acción que no les son propios, defiendan a los fieles cuando alguna política pública les pueda perjudicar.

Aclaró que esto no significa que los obispos deban permanecer indiferentes ante el sufrimiento del pueblo, sino alzar la voz en aquellos temas que les tocan directamente, como educación, paz, vida, migración, pobreza, escasez de medicinas, etcétera.

“Tenemos que hablar con quienes toman decisiones para llevar, no sólo las necesidades inmediatas de los más pobres, sino la visión que tenemos de la realidad para que se combata eficaz y sistemáticamente la pobreza en la que se encuentran viviendo. No podemos perder a los pobres, debemos estar más cercanos y comprometidos con el pueblo pobre de México”.

Comisiones y dimensiones más activas

Rogelio Cabrera además propuso una “pastoral de la intervención” que conlleva una participación más activa de las comisiones episcopales y sus respectivas dimensiones, pues no podemos –dijo– esperar que el Consejo de Presidencia, desde la Secretaría General, intervenga siempre en nombre de todos los obispos cuando surge un problema de interés nacional y se tiene la posibilidad y capacidad de atenderlo desde la respectiva comisión o dimensión.

Señaló que las comisiones y dimensiones no deben ser sólo un espacio en el organigrama de la estructura de la CEM, sino una oportunidad para que algunos obispos, especialistas en los temas que les competen y debidamente asesorados, iluminen la realidad de nuestro país y nuestra Iglesia.

Como es tradición al inicio de sus asambleas, los obispos manifestaron su adhesión al papa Francisco. “No solo por la debida obediencia al sucesor de Pedro, sino por sus propuestas teológicas y pastorales que, incidiendo mucho en la opinión pública, buscan renovar a la Iglesia. Sería lamentable que nuestros silencios ante los reiterados ataques que recibe el Santo Padre manifestaran no prudencia, sino aprobación”.

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