“Tenemos que ser profetas y soñadores los unos para los otros, soñar juntos con algo posible para este mundo”. Así lo ha afirmado José María Rodríguez Olaizola en el marco de la XXVI Asamblea General de la CONFER, bajo el lema ‘Sabed cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados’.
El jesuita ha reunido a tres religiosos jóvenes y otros tres con ‘juventud acumulada’ para reflexionar sobre cómo ser profeta hoy en el mundo de los jóvenes. Desde su ser de joven y religiosa, sor Marta González, benedictina del Monasterio de Santa Cruz de Sahagún (León), ha decidido volcarse en YouTube.
Marta González, benedictina ‘youtuber’
“Me di cuenta de que los jóvenes que están en YouTube le cuentan al mundo su pasión. Lo cuentan de manera dinámica, interesante y divertida y hace que te ‘tragues’ esos vídeos aunque no sea tu tema preferido. ¿Por qué no iba a hacerlo yo? A mi me daba vergüenza exponerme. Al principio tenía un grupo de WhatsApp con jóvenes en el que les compartía cosas que cogía de otros lugares, pero eso, a lo mejor, no tenía tanto sentido, pues podían cogerlo de cualquier sitio, así que me lancé”, ha explicado la consagrada.
Sor Marta le planteó la idea a su superiora, y lo tuvieron claro: había que lanzarse a evangelizar en la red y quién sabe si eso suscitaría nuevas vocaciones… “En un minuto, todos los días publico un vídeo en mi canal sobre el Evangelio de cada día”, ha señalado.
La idea de su canal es “mostrar que la Iglesia es más grande que sus pecados, y mostrárselo a los jóvenes con su lenguaje, su música… poniéndonos ‘a su nivel'”, ha indicado. Y ha añadido: “Nos es difícil acercarnos a ellos, pero no imposible. Hay que ponerse a tiro y saber ‘vender’ la buena noticia, explotar lo que tenemos, que es lo mejor”.
Bernardo Sastre, dominico en formación
Bernardo Sastre, dominico que está en su segundo año de formación, ha comenzado su intervención con una frase contundente: “Hay una crisis de esperanza”. “Buscamos con ardor la esperanza –ha continuado–, pero quizá no en los lugares más adecuados, y lo digo desde la experiencia. Nosotros no somos una excepción de los sinsabores de la vida. Es cierto que estamos enamorados de Cristo y felizmente casados, pero el que está felizmente casado puede acabar cansado”.
En la búsqueda de soluciones, el joven dominico, ha alertado de que se puede caer en dos riesgos: olvidar la propia identidad o hacer de la Iglesia solo maestra y olvidarse del encuentro y el diálogo hacia afuera. “La Iglesia es Madre y Maestra y no puede renunciar a eso”, ha apuntado, para luego sentenciar: “La esperanza está una Iglesia Madre y Maestra, en los santos y la santidad de vida y en el Espíritu Santo”.
Victoria Blanco, juniora de las Misioneras de la Enseñanza
En un discurso enérgico, Victoria Blanco, juniora de las Misioneras de la Enseñanza, ha invitado a los superiores mayores a “asumir riesgos”. “Es verdad que a veces da miedo y que cuando elegimos podemos equivocarnos y toca volver a empezar, pero a lo largo de la historia de la Vida Consagrada ha ido haciendo falta ir asumiendo riesgos. Como religiosa joven tengo muchos sueños y uno de ellos es asumir la realidad como venga, pese al miedo”, porque “cuando soy capaz de escuchar la voz de Dios y le hago caso, encuentro cosas que sorprenden”, ha agregado.
La religiosa ha incidido en que, como Vida Religiosa, “nos estamos jugando mucho a la hora de acoger a aquellos que quieren implicarse con nosotros en la Iglesia, en especial a los más jóvenes. No tengamos miedo a compartir y trabajar codo con codo con quienes lo desean. Así se suscitan preguntas y van a querer a Jesús, porque van a ver en nosotros un testimonio coherente”, ha subrayado.
María Ángeles Vilar, superiora de comunidad
Desde la perspectiva de los religiosos más mayores de la mesa, María Ángeles Vilar, de la Congregación Madres Desamparadas y San José de la Montaña, ha animado a tener “ganas e ilusión”. “La Vida Consagrada me ha enseñado que lo que es necesario y de suma importancia para su vitalidad no es la prepotencia, ni el poder, ni el individualismo, ni la autosuficiencia, lo que nos da seguridad es la misericordia y la fidelidad”, ha destacado.
Retrotrayéndose hasta el Concilio Vaticano II, Vilar ha hecho hincapié en que “no se ha profundizado en interioridad, en las fuentes, todo lo que se nos pedía”. “A lo largo de los años se nos ha desdibujado el rostro de los fundadores. ¿Qué soñaban ellos? ¿Soñaban? ¿Lo sabemos?”, se ha preguntado.
Al mismo tiempo, ha denunciado que, en algunas ocasiones, “le demos más importancia a un intelectual que al Evangelio”. Sin embargo, ha puntualizado que “hay que escuchar las voces de todos, sobre todo de los más pequeños”.
Ismael Beltrán, hermano de La Salle
El lasaliano Ismael Beltrán ha ofrecido tres puntos para la meditación. En primer lugar, ha explicado que “aún es tiempo de soñar”. Y ha aseverado: “La herencia que los religiosos mayores tenemos y podemos transmitir a los que nos siguen es hacer lo posible por apartar lo que nos separa y potenciar al máximo todo aquello que nos une”. En otro sentido, ha puesto el dedo en la llaga: “Estamos haciendo experiencias jóvenes, pero podríamos hacer muchos más. Son pocas”. Y para poner soluciones pide unidad: “Si las dificultades y los problemas son comunes, ¿por qué no tienen que ser comunes las soluciones?”.
En segundo lugar, ha reconocido que “el futuro es mañana, pero tenemos que empezar hoy a construirlo, y los religiosos mayores debemos transmitir a los jóvenes nuestras experiencias, pobres, pero experiencias”. Por último, ha pedido a los superiores mayores que “se animen, sean positivos, asertivos y valientes para animar a todas las comunidades”.
Cristina González, religiosa de la Asunción
La última voz fue la de Cristina González, religiosa de la Asunción, que ha compartido sus sueños para las nuevas generaciones. “Sueño con jóvenes que cultiven una mayor interioridad, con jóvenes y adultos jóvenes que quieran trabajar juntos, sin olvidar las periferias, adultos y jóvenes que quieran y respeten la Casa común para que la hagan más habitable”, ha comentado.
Por último, ha remarcado: “Tenemos que mantener una mirada positiva ante nuestros contemporáneos, porque esto abre siempre caminos. A los jóvenes les toca seguir construyendo el sueño de Dios en la sociedad, pero unamos nuestros esfuerzos”.