La conclusión del cardenal Walter Kasper sobre el pontificado del papa Francisco es clara. “Tanto los ultraconservadores como los progresistas más extremos están decepcionados”, ha apuntado hoy durante su ponencia, titulada ‘El mensaje de la alegría’, en el marco del Congreso ‘La aportación del Papa Francisco a la teología y a la pastoral de la Iglesia’, que se celebra en el Ateneu Universitari Sant Pacià desde ayer hasta mañana.
“Las objeciones provienen de dos lados opuestos. La dinámica del mensaje del Evangelio no es buena para algunos. Confunden la novedad perenne del Evangelio con la innovación, una Iglesia renovada con una Iglesia nueva, una Iglesia en salida con una Iglesia en retiro. No quieren una Iglesia en salida sino una en casa. Una Iglesia como refugio para la seguridad en un mundo que se encuentra en un movimiento cada vez más acelerado que a veces parece haberse descarrilado”, ha remarcado el teólogo alemán. Afortunadamente, “el Papa es una persona que sabe reír de corazón”.
En el otro punto, “los otros quieren una Iglesia liberal: la democratización de la Iglesia, la abolición del celibato, la ordenación de mujeres, etc. Proyectan estas expectativas sobre Francisco. Sin embargo, Francisco no es un liberal, es un radical: uno que regresa a las raíces. Las expectativas liberales no son parte de su agenda. Le mueven los pobres, las críticas al capitalismo desenfrenado, el apoyo a los migrantes, una nueva relación con la creación y una nueva cultura de moderación y alegría”, ha argumentado. A su vez, “para muchos esto no encaja con su concepción liberal y progresista, siempre a la última moda”, ha subrayado.
No obstante, el purpurado ha recordado que “ya el escándalo evangélico radical de Jesús escandalizó”, pero “ningún Papa puede anunciar un mensaje que no sea el de Jesús. Debe estar escandalizado y siempre lo hará. Incluso Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI lo hicieron”, ha recalcado.
Para Kasper, “el entusiasmo inicial después de ‘Evangelii gaudium’ se ha desvanecido. La Iglesia se encuentra nuevamente en el valle de los esfuerzos diarios y, desafortunadamente, también en el de muchas tensiones internas. Ayer como hoy, muchos dentro y fuera de la Iglesia católica ven al Papa como un portador de alegría y un regalo del cielo dada la situación actual de la Iglesia; a otros les da poca o ninguna alegría este Papa”. Y es que “en la Iglesia nunca te aburres y todo es siempre interesante hasta el final; como hay que quejarse, también hay mucho más que soportar con humor”, ha dicho. Y en este punto, una sugerencia con todo el sentido del humor: “Quizás uno de los próximos sínodos en la Iglesia debería reintroducir la figura del bufón de la corte que sostiene un espejo frente a nosotros para que solo podamos reír”.
El cardenal ha reconocido durante su intervención que ‘Evangelii gaudium’, la primera exhortación apostólica programática de Francisco, convirtió la alegría en el tema clave de su pontificado. “El mensaje de alegría es la respuesta a esta situación del mundo actual y de la Iglesia de nuestro tiempo”, y este documento magisterial “ha traído un nuevo aliento a la Iglesia y el mundo”. En su opinión, “el Papa sabe expresar de manera simple contenidos filosóficos y teológicos difíciles y complejos”.
En relación a la continuidad con otros pontificados, Kasper es directo: “Cualquier intento de contrastar al actual Pontífice con su predecesor es una trama de política eclesiástica. Ambos papas son ciertamente diferentes como personas y en estilo, pero ambos son católicos y hay continuidad entre ellos”. Porque “la continuidad no excluye que Francisco deba poner nuevos acentos”. “Este nuevo acento se hace evidente en la afirmación de que la alegría en la fe es la alegría de la eterna novedad del Evangelio. El Evangelio es siempre el mismo, no puede haber otro ni uno nuevo; sin embargo, contiene una riqueza que debe ser redescubierta, o más bien contiene una riqueza en la cual el espíritu de Dios nos guía de una manera siempre nueva”, ha añadido.
En su alocución, Kasper se detuvo en los otros documentos de este pontificado. En relación a ‘Amoris laetitia’, ha matizado que “los Padres de la Iglesia a menudo han hablado del amor erótico y sexual de una manera que para nosotros hoy es dolorosa y despectiva”. Sin embargo, “ya Benedicto XVI en ‘Deus caritas est’ ha dictado otro tono, y ‘Amoris laetitia’ representa completamente, desde este punto de vista, un punto de inflexión liberador”, ha apuntado.
En su exhortación sobre la familia, el Papa “no impone ninguna prohibición, pero ni siquiera da autorizaciones; establece criterios que sirven para discernir a lo largo del camino de la vida. En esencia, se trata claramente de la espiritualidad ignaciana del discernimiento”. Por ello, ha afirmado que “reducir toda la exhortación a dos breves observaciones que las critican sin considerar el contexto es contrario a toda regla hermenéutica”.
En relación a ‘Laudato si”, Kasper ha mantenido que Francisco invitó a los teólogos a “interpretar proféticamente los signos de los tiempos en una nueva época de evangelización a la luz de la verdad que es Jesucristo y en diálogo con todos los demás hombres de ciencia, para superar la brecha entre teología y pastoral, fe y vida. Esto también da la alegría del Evangelio”.
Por último, ha citado ‘Gaudete et exultate’, que “lleva desde las alturas de las visiones teológicas a la vida cotidiana cristiana. Normalmente la alegría cristiana va acompañada de un sentido del humor, el mal humor no es un signo de santidad”. El Papa es “nuevamente lo suficientemente realista como para no creer que la vida cristiana es un baño entusiasta de euforia mística. Incluso el dolor y el sufrimiento, la muerte y el duelo son temas del Evangelio y las experiencias de la vida, incluso las del Papa”, ha concluido.