“Debo confesarles que, cuando escucho algún discurso de algún responsable de orden o de Gobierno, me vienen a la mente los discursos de Hitler”. Así, fuera del guión y con la naturalidad que le caracteriza, Francisco se dirigió ayer a los a los participantes de una conferencia sobre ley criminal celebrado en Roma convocado por la Asociación Internacional sobre Derecho Penal.
“Son acciones típicas que, con sus persecuciones contra los judíos, gitanos o personas de orientación homosexual, representan el modelo negativo por excelencia de la cultura del descarte, de la basura, del odio”, señaló el Papa durante su alocución en una audiencia en la que recordó que “así se hacía en aquella época y actualmente renacen” estos mensajes”.
Frente a estas “degeneraciones” y “episodios de odio”, instó a los congresistas a reaccionar “en el ámbito civil y eclesiástico”. Para el Papa no se trata de hechos aislados, sino que exigen un “análisis profundo, en los que encuentra desahogo el malestar social de los jóvenes y los adultos”.
Sus declaraciones se enmarcan además en medio de las amenazas recibidas en estos días a la senadora judía Liliana Segre de 89 años, que es una de las últimas supervivientes del campo de concentración de Auschwitz, que ha tenido que recibir la atención de escoltas por parte de las autoridades italianas.