Culturas

Sister Corita, la ‘monja pop’ que rivalizó con Andy Warhol

  • Las enseñanzas sobre la creatividad de esta religiosa llegan a España, donde es una gran desconocida
  • Su diseño y tipografías se adelantaron 30 años al diseño gráfico que impulsaron el ordenador e Internet
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Basta con nombrarla, sister Corita, y se abre todo un extraordinario mundo creativo, espiritual y social. Francis Elizabeth Kent (Fort Dodge, Iowa, 1918-Boston, 1986) tomó en 1936, en Los Ángeles, el hábito del Inmaculado Corazón de María –la orden creada por el padre Joaquín Masmitjá en Olot, a mediados del siglo XIX– como la hermana Mary Corita. Para la historia del arte, simplemente Corita –o sister Corita, como la siguen llamando–, uno de los referentes imprescindibles del pop art y de un catolicismo plenamente humanista y, a la vez, visionario y activista. La monja norteamericana, de origen irlandés, reivindicaba la vida como un himno celebratorio y de esperanza. “Creer en Dios es saber que habrá justicia y que la vida tendrá sorpresas maravillosas”, sentenció en 1978.

El activismo social y el arte espiritual de sister Corita Kent resurgió a partir de 2007. Entró en el siglo XXI con “un interés renovado y creciente”, como lo describe una de sus discípulas, Jan Steward. Sus litografías, su rebeldía pop, su pacifismo, su creatividad, su catolicismo cool, no ha dejado de crecer desde entonces. Pero en España sigue siendo una gran desconocida. Hasta ahora, cuando por fin se traduce Observar, conectar, celebrar: Las enseñanzas sobre creatividad de sister Corita (Editorial Gili Gaya), el manual que escribió junto a Jan Steward. Pero con un título original, no obstante, mucho más revelador: Learning by Heart, Teachings to Free the Creative Spirit [Aprender con el corazón. Enseñanzas para liberar el espíritu creativo], publicado póstumamente en 1992. Eso es: “La creatividad surge de la observación minuciosa de lo corriente y el arte no se puede aprender más que con el corazón; esas son las herramientas básicas para cualquiera que esté interesado en vivir, trabajar y jugar de manera creativa”, explica la biógrafa de la llamada “monja pop”, Barbara Loste.

El arte como revolución

“Se trata de un proceso de enseñanza, de aprendizaje, de crecimiento –lo describe Jan Steward– y de hacer cosas para convertir el mundo en un lugar mejor, ya sea el mundo que llevas dentro o un mundo de dimensiones infinitas”. La verdadera dimensión de la hermana Corita la dio la portada que le dedicó la todopoderosa revista Newsweek en 1967 y su revelador titular: “La monja se vuelve moderna”.

Loste, quien también fue una de sus alumnas en el Inmaculate Heart College de Hollywood, admite que “muchos agradecieron su labor como símbolo de un muy necesario cambio ecuménico”. La monja simbolizó con sus hábitos que el arte, como la fe, debe ser revolucionario. “Corita diseñó también una campaña de carteles publicitarios basada en la afirmación We can create life without war [Podemos crear vida sin guerra], que consideraba lo más religioso que había hecho”, añade Loste.

Faro del arte espiritual

“La convulsa década de 1960 moldeó a Corita de igual modo que ella moldeaba a sus alumnos para que se considerasen a sí mismos artistas, ciudadanos del mundo y personas que emprenden constantemente ‘actos de esperanza’”, prosigue su antigua alumna. La fama y el cansancio le pesaron, no la fe. En 1968, tras treinta y dos años como profesora y directora del departamento de Arte, dejó la enseñanza y pidió la dispensa de los votos de celibato, pobreza y obediencia, erigida ya como el faro del arte espiritual. Se mudó a Boston y se dedicó plenamente a la creación artística, al rechazo a la guerra y a la discriminación racial.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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