Ana Rosa Sivori: “Ser familiar del Papa es para mí más una responsabilidad que un privilegio”

  • La religiosa salesiana, prima segunda de Francisco, será su traductora durante los dos días y medio que durará su estancia en Tailandia, etapa previa de su viaje a Japón
  • “Estoy muy contenta de que sea obispo de Roma. Tras su elección empecé a rezar por él más de lo que ya lo hacía. Su misión es muy grande y difícil”, cuenta a Vida Nueva

Ana Rosa Sivori, religiosa prima del papa Francisco en Tailandia

Cuando el próximo miércoles llegue a Bangkok, primera etapa del viaje que realiza del 19 al 26 de noviembre a Tailandia y Japón, el papa Francisco va a encontrarse con una persona muy especial esperándole en la nunciatura apostólica. Se trata de su prima segunda Ana Rosa Sivori, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora (salesianas), que lleva desde el año 1965 en este país del sureste asiático.

“Los tailandeses están entusiasmados con la visita del Papa. Quieren verlo hasta los que no son católicos. Los budistas se sienten muy honrados. Para ellos es una bendición”, cuenta a ‘Vida Nueva’ Sivori, que a sus 77 años trabaja en un colegio de su congregación situado en Udon Thani, al noreste del país, donde estudian 2.300 alumnas, de las que sólo unas 150 son católicas.

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“Las otras niñas son budistas, pero los padres las mandan a una escuela católica por cómo las formamos para la vida. Son chicas que al final rezan con nosotras, a las que les gustan las fiestas católicas. Las ves rezando delante de la Virgen cuando tienen un problema o llegan los exámenes”, explica la religiosa argentina, que tiene un bisabuelo común con Jorge Mario Bergoglio.

Agenda cerrada

Después de compartir juegos infantiles cuando se veían de niños, ambos mantuvieron la relación más adelante al coincidir en diversos eventos familiares. “Nos uníamos para celebrar fiestas y distintos acontecimientos. Siempre hemos sido una familia muy unida”, asegura Sivori, que después de comenzar en Tailandia su vida como misionera hace ya más de medio siglo tardó nueve años en volver por primera vez a Argentina. “Siempre que regresaba a casa nos veíamos y nos contábamos cómo nos iba la vida”.

 Durante los dos días y medio que dura la estancia de Francisco en Tailandia, estará en casi todo momento acompañado por su familiar, que ejercerá de peculiar traductora. “Mis hermanas me dicen que le lleve a uno de nuestros colegios, pero me parece que va a ser imposible con la agenda tan cerradita que ya tiene”.

Desde que fue elegido obispo de Roma en 2013, Sivori y Bergoglio se han visto en varias ocasiones, pues cada vez que iba o venía desde Tailandia a Argentina, la religiosa hacía escala algún día en la capital italiana para reunirse con su familiar. En ninguna de esas conversaciones le invitó a que visitara el país asiático donde reside desde hace 54 años.

Responsabilidad, no privilegio

“Pero cómo le iba a decir yo eso”, responde un punto indignada. “Hay otras muchas naciones que lo esperan y lo necesitan. Que el Papa venga a Tailandia es un privilegio, una bendición que viene del cielo. Por eso los tailandeses están tan contentos. Saben que no viene a ver los palacios o las otras maravillas del país, viene a verlos a ellos”.

La religiosa salesiana aclara que ella no se considera una “privilegiada” por ser familiar del Pontífice ni ha hecho nunca alarde de ese parentesco. “Yo siempre le consideré como un hermano y estoy muy contenta de que sea Papa, pero su elección la viví como una mayor responsabilidad de rezar por él a partir de ese momento más de lo que ya lo hacía. Su misión es muy grande y difícil. Vivo el hecho de que seamos primos más como una responsabilidad que como un privilegio”.

Para Sivori, las mayores virtudes de Bergoglio son la “coherencia y la humildad”. “Siempre fue así. Él dice y enseña lo que vive. Si habla de pobreza es porque lo considera algo importante en la vida. No hay nada que diga pero que no haga. Nos presenta a los religiosos un camino de salvación que se basa en ser pobres, humildes, estar con la gente y para la gente y llevarlos a una vida más elevada, que no sea solo chata y superficial”.

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