Numerosos medios de comunicación aguardaban en la sede de Añastro una palabra de los obispos sobre el acuerdo de Gobierno, no obstante, 17 páginas después, ni una sola línea ha ocupado esta cuestión. Sin embargo, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, tenía un as bajo la manga: un añadido de cuatro párrafos apelando al “espíritu” de la Transición que complementaba su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de otoño.
”En los últimos días, personas con responsabilidades políticas han emitido opiniones sobre nuestra situación; unas claras que tranquilizan, otras bastantes oscuras que dejan perplejidad y otras de carácter reivindicativo que crean sobresaltos”, ha expresado el purpurado.
Y ha añadido: “No es exagerado decir que probablemente una cierta confusión nos envuelve; como estas manifestaciones que se han ido sucediendo rozan con frecuencia aspectos fundamentales de la Constitución, la inquietud afecta más hondamente a nuestra convivencia”.
A continuación, en una defensa cerrada de la Constitución, Blázquez ha recalcado que esta “no tiene fecha de caducidad ni está limitada a algunas generaciones”. No obstante, ha advertido que “está abierta a posibles reformas para las cuales la misma constitución ha indicado el procedimiento”.
En este punto, el presidente de los obispos ha reclamado que “la concordia de todos dentro de las legítimas diversidades es un bien inestimable”. Por ello, ha instado a que “la tentación del caso no prevalezca nunca sobre la unidad asegurada por la Constitución”.
Desde la Plenaria de abril hasta hoy, dos temas ocupan el grueso de la alocución del también cardenal arzobispo de Valladolid: la libertad religiosa y el Congreso de Laicos de febrero de 2020. Sin embargo, el acontecimiento eclesial de este año, el Sínodo de los Obispos para la Amazonía, no ha tenido cabida en un discurso dedicado casi íntegramente a defender la libertad religiosa.
El purpurado ha comenzado apelando a la declaración conciliar sobre libertad religiosa ‘Dignitatis humanae’. Según sus palabras, esta declaración “clarifica la responsabilidad (derecho y obligación) de los padres en la educación de sus hijos. El poder civil debe respetar este derecho y los educadores deben cumplirlo con dedicación y calidad”, ha manifestado en clara alusión al ‘tsunami’ provocado por la ministra de Educación, Isabel Celaá al negar la libre elección de centro como un derecho recogido en la Constitución –palabras que matizó luego llamando a la tranquilidad–.
“La educación es la prolongación de la vida. A los padres Dios hace ministros de la vida humana y confía a sus cuidados los hijos. ¿Pidieron los padres permiso a sus hijos para enviarlos al colegio? ¿Por qué no van a iniciarlos también en la fe? Nunca seremos auténticamente libres si la libertad no se educa; somos como un campo que no produce buen fruto si no se cultiva”, ha afirmado.
Centrándose en la libertad religiosa, Blázquez ha recordado que “la fe no se puede imponer ni impedir; en el corazón de cada persona hay un ámbito que no se debe profanar ni invadir”. Asimismo, ha añadido: “Toda persona está llamada a buscar la libertad, la verdad y el bien. La libertad religiosa no significa desvinculación de la relación con el fundamento de su existencia. Aunque una persona no sea consecuente con esta búsqueda y respeto moral no pierde la inmunidad ante todo posible atropello de su libertad, ya que por naturaleza es libre, no por mérito a su forma de proceder”.
“El derecho a la libertad religiosa –ha insistido–, se comprende por lo dicho, está en el cimiento y en el corazón de los demás derechos de la persona. ¡Pisamos terreno sagrado! La persona puede refugiarse en su intimidad siempre y decir allí libremente sí o no. Pero esta libertad no basta. Es un atropello a la persona forzarla a simular tanto la fe como la creencia. No es legítimo que haya ‘falsos conversos’, ni por intereses ni porque se discrimine a las personas en la sociedad. Toda persona tiene derecho a vivir en sintonía el corazón y los labios, la existencia personal, familiar y social”.
Continuando su argumentación, Blázquez ha incidido: “Ni indiferencia religiosa, ni coacción en un sentido u otro, ni privilegios o discriminaciones por condiciones concretas (raza, color, sexo, nación, lengua, posición social, formación…). La humanidad no puede ser familia de hermanos bien avenidos sin el respeto y la promoción de la libertad religiosa. La libertad religiosa no equivale a la tolerancia o a la evitación de persecuciones o exclusiones. Tiene una perspectiva negativa –no forzar a nadie– y positiva –respetar y convivir– con los demás”.
El cardenal ha aprovechado su intervención para señalar que “lo religioso forma parte del bien común de una sociedad”. Así, ha defendido la ‘Declaración sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común’, firmado por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar.
“La declaración piensa en todos los hombres que llevan en el corazón la fe en Dios y la fraternidad humana. Dios es paz y fraternidad, jamás violencia. Es una piedra miliar en la historia de las relaciones entre cristianismo e islam. Desde la fe en Dios se funda la paz, la fraternidad y el respeto interreligioso. Sin abusar de las palabras podemos afirmar que la firma de la declaración es un acontecimiento de aliento profético, llamado a dejar huella en la historia”, ha indicado.
Del mismo modo, ha añadido: “El diálogo interreligioso tiene una función esencial para construir una convivencia civil y necesaria para la paz en el mundo. ¡Que las religiones no sean instrumentalizadas, que no se abuse del nombre de Dios! En su nombre nadie puede apoyarse para violentar, perseguir y matar”.
En este sentido, también ha valorado la Declaración conjunta de judíos, cristianos y musulmanes sobre el final de la vida aprobada recientemente. “La vida humana no es solo de carácter biológico, sino también de orden personal e interpersonal, y en su mismo fundamento confina y arraiga en la trascendencia de donde recibe la persona una dignidad inviolable”, ha indicado, al mismo tiempo que ha apelado por la promoción de los cuidados paliativos: “¡No se instrumentalice la enfatizada crueldad del dolor del enfermo, silenciando la ayuda de los cuidados paliativos!”.
El segundo tema amplio del que se ha ocupado el cardenal es el Congreso de Laicos, “un acontecimiento importante de la Iglesia en España”. “De la Asamblea surgirán, así confiamos, orientaciones que serán recibidas por nuestras Iglesias. ¡Que sea el Congreso un acontecimiento de comunión en la Iglesia de obediencia a la misión que todos obispos, presbíteros y diáconos, laicos y consagrados hemos recibido y compartimos!”.
Para el cardenal, “es razonable que después del Sínodo sobre los Jóvenes, de las peticiones y oportunidad de una nueva Acción Católica, de la necesidad de revitalizar en las diócesis y parroquias el apostolado de los laicos en la Iglesia y en el mundo, se haya afrontado la celebración de un Congreso de Laicos en la situación actual de la Iglesia y de la sociedad”.
Por último, Blázquez también ha felicitado al nuevo nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, representado hoy en la Plenaria por Michael F. Crotty, encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica.