Al concluir las sesiones de la Asamblea Especial del Sínodo de los obispos para la región panamazónica, el papa Francisco abogó por el aprovechamiento del Documento final desde sus diagnósticos y hacerse cargo de ellos como Iglesia, como sociedad.
Para Mariángel Marco Teja, Ursulina de Jesús, “hay un campo en el que salta a la vista la novedad y apertura, y es el tema mujer”. En su artículo Mujer y Sínodo Amazónico, publicado por la REPAM, la religiosa defiende que “el Documento Final del sínodo es una bocanada de aire fresco que nos yergue y nos hace sentir llenas de vida, con futuro de dignidad posible”. Estos son sus argumentos.
1. Ecofeminismo
Acostumbradas a la invisibilización y la falta de valoración, el Sínodo Amazónico ha reconocido a las mujeres como protagonistas y guardianes de la creación y de la ‘casa común’ (No. 102), “algo tan evidente en los pueblos amazónicos”, añade, “y cuán importante es identificar a Dios también con lo femenino”. En este sentido, la religiosa recuerda que “el ecofeminismo nos ilumina para ver que la opresión de las mujeres y la devastación del planeta son dos formas de violencia que se refuerzan“.
2. Ministerialidad
“Cuán oxigenante es leer que para la Iglesia amazónica es urgente que se promuevan y se confieran ministerios para hombres y mujeres de forma equitativa”, como se señala en el No. 95 del Documento Final. Al considerar que las mujeres “formaron parte de su grupo de seguidores más cercanos (de Jesús) y jugaron un papel destacado entre los primeros evangelizadores”, es altamente significativo que el No. 102 reconoce “la ministerialidad que Jesús reservó a las mujeres“.
“Esta es una realidad que se intenta tapar con mil discursos, pero que ha quedado recogida en los textos neotestamentarios a pesar de que los redactores estaban totalmente imbuidos de la cultura patriarcal. La solicitud solapada a la reapertura de la comisión de estudio del diaconado femenino que se hace en el No. 103 tiene su fundamento en esta constatación”.
3. Formación
La necesidad de potenciar la formación de las mujeres es otro de los aportes del Sínodo Amazónico (No. 102). “Muchas mujeres ya están formadas y capacitadas para el liderazgo, pero muchas otras han visto violado su derecho a la formación, no ofreciéndoseles o negándoseles”. Para avanzar en esta senda se propone como primer paso “que en el magisterio haya, al menos, paridad en el profesorado, es decir, que el 50% del profesorado sean mujeres. De otra forma, corremos el peligro de repetir adoctrinamiento”.
4. Denuncia de la violencia
El Documento final hace una condena radical de la violencia contra la mujer en tres niveles: físico, moral y religioso. “Es novedoso y muy de valorar que se señale este último nivel”.
“El patriarcado religioso se basa en el supuesto de la masculinidad sagrada, que apela al carácter varonil de Dios para convertir al hombre en único representante y portavoz de la divinidad”, recuerda Mariángel Marco Teja, enfatizando que, como sugiere María Vigil “ahí está la raíz de la discriminación y la violencia de los hombres sobre las mujeres”. “Mientras esa raíz permanezca oculta e intocada, seguiremos sufriendo la normalización de la discriminación y la violencia”.
5. Participación en la toma de decisiones
“El Papa manifestaba en la clausura del sínodo que lo que se dice de la mujer en el Documento Final se queda corto”, aseverando que “la cuestión va mucho más allá de la funcionalidad”. En este sentido es alentador que “el No. 101 pide que las mujeres sean consultadas y tomen parte en la toma de decisiones, de modo que puedan contribuir con su sensibilidad a la sinodalidad eclesial“.
Expresamente “se solicita que se refuerce su participación en los consejos pastorales de parroquias y diócesis, incluso en instancias de gobierno. Un lenguaje tan cauteloso es signo de la enorme diferencia que hay con la realidad actual y una concesión a la necesidad de dar pasos progresivos, pero sin pausa”.