Preocupados por los proyectos de ley que intentarán modificar la ley 26150 referida a la Educación Sexual Integral (ESI), las Comisiones Episcopales de Vida, Laicos y Familia y la de Educación Católica, presentaron un mensaje ‘Educar para convivir en el respeto y en el diálogo’.
En términos generales, las modificaciones propuestas a esta ley desconocen a la familia como educadora natural de los hijos, y el derecho de las comunidades educativas a adecuar la enseñanza de la ESI a su ideario institucional.
Consideraciones del documento
Ambas comisiones presentaron distintos puntos a tener en cuenta en la eventual modificación de la ley mencionada, a saber:
- Recuerdan que los padres son los primeros educadores de sus hijos; al Estado y a la escuela le corresponde un papel subsidiario en esa tarea.
- Tanto la escuela pública como la católica pueden apoyar la insustituible tarea y derecho que tienen los padres a la educación sexual de sus hijos e hijas, aprovechando el tiempo que pasan estos en las instituciones educativas.
- Ratifican lo expresado en el documento “Sí a la educación sexual” (octubre de 2018): Debemos dar pasos para fortalecer la educación sexual positiva, progresiva e interdisciplinar, en el ámbito intrafamiliar y escolar.
- Solo una buena educación permite tomar decisiones libres y responsables.
- En el campo de la legislación educativa, hace falta respetar la libertad, de los padres y también de las comunidades e instituciones específicas, propias de sociedades pluralistas (El Dios de la Vida y el Amor Humano)
- La educación sexual integral debe respetar la libertad religiosa de las instituciones, y la libertad de conciencia, derecho sagrado e inalienable que debe ser siempre custodiado.
- Sin libertad, se cierra la puerta al diálogo y al enriquecimiento recíproco, y se la abre a las ideas intransigentes y conductas rígidas, que deshumanizan y empobrecen.
- Una norma fundamental para todos debe ser el respeto a las propias realidades, principios, valores, opciones y convicciones.
- Los chicos y chicas deben recibir en la escuela un mensaje coherente, alineado, complementario, respecto de aquel que reciben en el hogar.
Reconocimiento y aliento
Antes de finalizar el documento, los obispos reconocieron el trabajo de “los educadores que testimonian la belleza de la vida, el amor y la sexualidad humana, y se esfuerzan por educar en una sexualidad nacida del amor entendido como donación de sí. Los alentamos a seguir educando en el amor a la vida, el respeto por el otro, y en los valores del pudor, la pureza, la gratuidad”[1].
También agradecieron la tarea de legisladores, funcionarios judiciales y abogados, que trabajan por garantizar los derechos de los padres y docentes a una educación integral de la sexualidad, inspirada en los valores evangélicos y cuidadosa de la libertad y el respeto al otro.
[1] Papa Francisco, Christus vivit, n. 265.