Cono Sur

Argentina: confirman milagro de Fray Mamerto Esquiú

  • Avanza la causa de beatificación del fraile franciscano catamarqueño, Mamerto Esquiú
  • Se aprobó, por unanimidad, el milagro atribuido gracias a su intercesión





Se aprobó -por unanimidad- el milagro atribuido a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú, el franciscano conocido como el “orador de la Constitución”. La Consulta Médica, convocada por la Congregación de las Causas de Santos, declaró la inexplicabilidad científica del caso.

Así lo ratificó el vicepostulador de la causa, Fray Marcelo Méndez OFM: “Es una gran alegría para el pueblo de Dios, particularmente para toda Catamarca, porque un hijo suyo, un hijo de la Patria, de nuestra querida América Latina, un hijo de Dios, Fray Mamerto Esquiú, ha sido declarado no solamente reconocidas sus virtudes en grado heroico sino también este milagro de parte de Dios, gracias a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú”.

Quién fue Mamerto Esquiú

Nació, en Piedra Blanca (Provincia de Catamarca), el 11 de mayo de 1826. Hijo de Santiago Esquiú, soldado catalán que combatió en el Alto Perú. Su madre, María de las Nieves Medina, era una criolla catamarqueña. Ingresó a los 10 años al convento franciscano catamarqueño, y a los 22 años, fue ordenado sacerdote. Se dedicó a la educación de niños y catedrático. Sin embargo, distintas prédicas ante las autoridades del momento, lo hacen conocido.

Sus discursos le valieron la consideración de los conciudadanos. A tal punto que, en 1955, es elegido diputado por la legislación provincial del departamento de Valle Viejo.

Incansable promotor de la concordia y la unión entre los argentinos, Esquiú intervino en la promoción de la industria minera, propició la erección de escuelas, introdujo la imprenta, y demás obras de servicio público, a favor del bien común.

Ejerció el periodismo y se le adjudica el primer periódico catamarqueño denominado El Ambato, cuyo contenido se centraba en artículos sobre la patria, la religión, la educación y la inmigración. En el año 1880, es nombrado obispo de Córdoba, cargo que ejerció hasta su muerte, el 10 de enero de 1883.

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