Este 21 de noviembre, ante la presencia de cientos de fieles y autoridades religiosas y civiles, tomó posesión el décimos arzobispo de la Arquidiócesis de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez, quien fue elegido por el papa Francisco para ocupar dicha sede, la cual se encontraba vacante luego de que en enero pasado Antonio Fernández Hurtado fuera trasladado a la Arquidiócesis de Tlalnepantla.
Una Iglesia en salida misionera
Tras realizar su profesión de fe en la Catedral de Durango, Faustino Armendáriz, quien se desempeñaba como obispo de Querétaro, afirmó: “vengo a Durango como discípulo misionero, sin otra pretensión que la de hacer mío el mandato misionero que nos dejó Jesús antes de subir al Cielo, de ir y hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que el Señor nos ha mandado”.
Recordó que como Iglesia particular se preparan con un año jubilar para la celebración del cuarto centenario de la erección canónica de la Arquidiócesis de Durango, y agradeció a cada uno de los asistentes, entre ellos al gobernador de la entidad, José Rosas Aispuro, así como al representante del Papa en México, Franco Coppola.
Se comprometió a consolidar el Plan Diocesano de Pastoral, consciente de que lo que se ha hecho hasta ahora “es fruto maduro del análisis y estudio de mucha gente a la luz del evangelio de Jesucristo, desde la realidad que el mundo moderno enfrenta”.
Añadió que seguirán promoviendo “una pastoral orgánica de conjunto, teniendo en cuenta el magisterio y las directrices del Romano Pontífice, “que nos apremia con insistencia a ser cada vez más una Iglesia en salida misionera”.
De igual modo, manifestó que es su propósito implementar los lineamientos y directrices que los obispos mexicanos asumieron en el Proyecto Global de Pastoral (PGP), de cara a los dos mil años de la redención y los 500 años del Acontecimiento Guadalupano.
Faustino Armendáriz señaló que será necesario “afianzar un camino pastoral sumamente anclado en una espiritualidad de la comunión y de la sinodalidad, que se refleje cada vez más en una Iglesia en salida misionera”.
Finalmente, invitó a los jóvenes a que juntos asuman “el desafío de salir a misionar a tiempo y a destiempo. Ahí donde muchos de ustedes ya se encuentran, necesitamos con urgencia gritar que Jesús está vivo, que quiere salvarnos; su creatividad y alegría juvenil es un tesoro que les invito para que lo pongan al servicio de la vida, de la familia y de la paz; en las carreteras digitales que ustedes a diario practican están sentadas muchas personas que piden y necesitan les anunciemos la verdad del amor y la vida”.