“Las grandes tradiciones religiosas de nuestro mundo dan testimonio de un patrimonio espiritual, trascendente y ampliamente compartido, que puede ofrecer sólidos aportes en este sentido, si somos capaces de aventurarnos a no tener miedo de encontrarnos”. Así lo ha expresado el papa Francisco hoy en su encuentro con 18 líderes religiosos en la Universidad Chulalongkorn de Bangkok, en el marco de su viaje apostólico a Tailandia y Japón.
En el mismo sentido, el Papa ha reconocido que “estos tiempos nos exigen construir bases sólidas, ancladas en el respeto y reconocimiento de la dignidad de las personas, en la promoción de un humanismo integral capaz de reconocer y reclamar la defensa de nuestra Casa común; en una administración responsable, que conserve la belleza y la exuberancia de la naturaleza como un derecho fundamental para la existencia”.
Francisco, durante su alocución, ha valorado una de las “riquezas a exportar” de Tailandia al resto del mundo: “Ustedes valoran y cuidan a sus ancianos, los respetan y les dan un lugar reverencial, que les garantizan a ustedes las raíces necesarias, para que vuestro pueblo no se marchite detrás de determinados eslóganes que terminan por vaciar e hipotecar el alma de las nuevas generaciones. Junto a la tendencia creciente de desacreditar los valores y las culturas locales, por imposición de un modelo único. Continúen haciéndoles descubrir a los más jóvenes el bagaje cultural de la sociedad en la que viven”.
Nueva denuncia contra la trata
Al comienzo de su discurso, ha puesto el acento en el rey Chulalongkorn, que da nombre a la universidad. Pues, en 1897 se encontró en el Vaticano con el papa León XII, convirtiéndose en el primer jefe de Estado no cristiano recibido en la Santa Sede. “El recuerdo de ese importante encuentro, así como el reinado llevado adelante por él, caracterizado entre tantas virtudes por la abolición de la esclavitud, nos cuestiona y nos anima a asumir un protagonismo tenaz en el camino del diálogo y del entendimiento mutuo”, ha dicho. Y ha continuado: “Esto habría que hacerlo en un espíritu de compromiso fraterno que ayude a poner fin a tantas esclavitudes que persisten en nuestros días, pienso especialmente en el flagelo del tráfico y de la trata de personas”, ha recordado una vez más, pues en casi todos sus discursos ha aprovechado para denunciar la trata de seres humanos.
“La necesidad de reconocimiento y valoración mutua, así como la cooperación entre las religiones, es aún más apremiante para la humanidad actual; el mundo de hoy se enfrenta a problemáticas complejos, como la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales; los rápidos avances —promotores aparentemente de un mundo mejor— conviven con la trágica persistencia de conflictos civiles: migratorios, refugiados, hambrunas y bélicos; y también con la degradación y destrucción de nuestra Casa común”, ha indicado Jorge Mario Bergoglio.
En el mismo sentido, ha reconocido que “todas estas situaciones nos alertan y recuerdan que ninguna región ni sector de nuestra familia humana puede pensarse o construirse ajena o inmune a las demás. Son todas situaciones que, a su vez, nos exigen aventurarnos a tejer nuevas formas de construir la historia presente sin necesidad de denigrar o denostar a nadie. Se acabaron las épocas donde la lógica de la insularidad podía predominar en la concepción del tiempo y del espacio, e imponerse como mecanismo válido para la resolución de los conflictos. Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”.
Un nuevo paradigma de resolución de conflictos
Bergoglio ha instado a los líderes religiosos y a las universidades a “ofrecer un nuevo paradigma para la resolución de conflictos, contribuir al entendimiento entre las personas y salvaguardar la creación. Creo que, en este campo, las religiones, así como las universidades, sin necesidad de renunciar a las propias notas esenciales y dones particulares, tenemos mucho para aportar y ofrecer; todo lo que hagamos en este sentido es un paso significativo para garantizar a las generaciones más jóvenes su derecho al futuro, y será también un servicio a la justicia y a la paz. Solo así les proporcionaremos las herramientas necesarias para que sean ellos los principales protagonistas en la forma de generar estilos de vida sustentables e inclusivos”.
Una vez más, el Papa ha puesto el acento en los descartados: “Todos nosotros estamos llamados, no solo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente. A su vez, se nos pide abrazar el imperativo de defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa, y crear espacios donde ofrecer un poco de aire fresco”.
Por último, dirigiéndose de forma explícita a los responsables de la universidad de Bangkok, ha advertido que “la investigación, el conocimiento, ayudan a abrir nuevos caminos para reducir la desigualdad entre las personas, fortalecer la justicia social, defender la dignidad humana, buscar las formas de resolución pacífica de conflictos y preservar los recursos que dan vida a nuestra tierra”.