“No tengamos miedo de querer inculturar el Evangelio cada vez más”. Aunque la Amazonía dista miles de kilómetros de Sam Phram, Francisco alentó hoy a la Iglesia tailandesa a seguir en la línea sinodal de acercar a Jesús a la realidad y contexto de su pueblo. Lo expresó de esta manera durante su encuentro, este viernes, con los sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas del país.
En un acto celebrado en la parroquia de San Pedro en el que ejerció de anfitrión el obispo de Surat Thani y responsable de la vida consagrada en Tailandia, Jose Pradhan Sridarunsil, les llamó “a no tener miedo de buscar esos nuevos símbolos e imágenes, esa música particular que ayude a los tailandeses a despertar al asombro que el Señor nos quiere regalar”. Desde ahí, les desafió a “buscar esas nuevas formas para transmitir la Palabra, capaz de movilizar y despertar el deseo de conocer al Señor”.
Y al igual que el Sínodo de la Amazonía reclamó una Iglesia “con rostros indígena”, en esta ocasión fue el Papa quien exigió una comunidad con “rostro y ‘carne’ tailandesa, que es mucho más que realizar traducciones”.
“Es dejar que el Evangelio se desvista de ropajes buenos pero extranjeros, para sonar con la música que a ustedes les es propia en esta tierra y hacer vibrar el alma de nuestros hermanos con la misma belleza que encendió nuestro corazón”, apostilló a renglón seguido.
En esta línea, lamentó que todavía haya tailandeses que consideren que “la fe cristiana es una fe extranjera, es la religión de los extranjeros”. “Esta realidad nos impulsa a buscar la manera de animarnos a decir la fe ‘en dialecto’, a la manera que una madre le canta canciones de cuna a su niño”, propuso a los responsables de la evangelización en el país asiático.
Durante su estancia en la parroquia de San Pedro, Francisco pudo escuchar al testimonio vital de Benedetta, que le sirvió al Papa de percha para agradecer “la vida de tantos misioneros y misioneras que fueron marcando su vida y dejando su huella”.
De todos estos consagrados más veteranos, valoró su “silencioso martirio de la fidelidad y entrega cotidiana” en tanto que “fueron promesa de esperanza”. Desde su ejemplo, Francisco invitó a los asistentes al encuentro a sentirse “llamados a la fecundidad apostólica, llamados a ser aguerridos luchadores de las cosas que el Señor ama y por las que dio su vida”
A partir de ahí, el Papa se adentró en una reflexión sobre la pastoral vocacional para señalar cómo la pasión por Jesús no es fruto de “palabras, ideas abstractas o silogismos”, sino que nace del “despertar a la belleza, al asombro, al estupor, capaz de abrir nuevos horizontes y sembrar cuestionamientos”.
“Una vida consagrada que no sea capaz de estar abierta a la sorpresa es una vida que quedó a mitad de camino”, advirtió el Papa, que subrayó cómo “el Señor no nos llamó para enviarnos al mundo a imponer obligaciones a las personas, o cargas más pesadas de las que ya tienen, y son muchas, sino a compartir una alegría, un horizonte bello, nuevo y sorprendente”.
“Quiero impulsar y darles coraje a tantos de ustedes que, a diario, gastan su vida sirviendo a Jesús en sus hermanos”, alentó Francisco, especialmente frente aquellos que “tan sólo ven desprecio, abandono o un objeto sexual a ser utilizado”. Para ello, le invitó a cultivar “la intimidad de la oración” para promover “la contemplación en la acción” y poder anunciar a Cristo “a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras y sin miedo”.
Por último, Francisco echó mano de Pablo VI para animar al clero y a los religiosos tailandeses a vvir con “fervor”: “Les pido que, por favor, no cedan a la tentación de pensar que son pocos, piensen más bien que son pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor”, concluyó el Papa, que recibió una enorme ovación.