Un canto y una apuesta por los jóvenes. Ese es el espíritu que atraviesa toda la carta dominical que, con el título ‘La juventud, un nuevo reto’, publica hoy el arzobispo de Barcelona, y que aprovecha, además, para anunciar que la atención pastoral a este colectivo marcará el inicio del nuevo año litúrgico.
“Tenemos mucho que aprender de los jóvenes”, asegura Juan José Omella, puesto que, citando al papa Francisco en la exhortación Christus vivit, “la verdadera juventud consiste en tener un corazón capaz de amar a todos sin distinción, mientras que todo lo que nos separa de los demás hace que nuestra alma envejezca”.
“Los jóvenes protestan ante las injusticias y extienden una mano al más necesitado sin pedir nada a cambio. Luchan por un mundo mejor”, señala el purpurado, que no olvida, sin embargo, que “no es fácil ser joven en nuestra sociedad, no es fácil vivir la vida sin dejarse robar la esperanza en un mundo incierto y lleno de exigencias como el nuestro”.
“Les exigimos –continúa Omella– que sean una especie de superhéroes: bien formados, plurilingües, creativos, competitivos… Les ofrecemos un amplio abanico de posibilidades para que se formen para el día de mañana, pero, tal vez, les deberíamos ayudar primero a crecer como personas y darles la estabilidad que necesitan”.
Al citar las conquistas –muchas veces a costa de un gran sacrificio– de algunos de estos jóvenes, Omella cita a Malala Yousafzai, la joven paquistaní que, a los 17 años, se convirtió en la persona más joven en ganar un Premio Nobel –el de la Paz– “por su cerrada defensa del derecho a la educación, después de que los talibanes le dispararan un tiro en la cabeza cuando solo tenía quince años”, o el de “la adolescente sueca Greta Thunberg, que en 2018 decidió que todos los viernes protestaría ante las autoridades por la pasividad y la falta de iniciativas ante el cambio climático. Un año después, ya se ha convertido en el símbolo de esta lucha y miles de jóvenes de todo el planeta la apoyan”.
También en la Iglesia encuentra “ejemplos de jóvenes que han dado su vida por Cristo y por edificar un mundo más justo siguiendo el Evangelio”, y cita a san José Sánchez del Río, “que durante la persecución religiosa perpetrada en México a principios del siglo XX, fue torturado y asesinado, cuando solo tenía catorce años, por negarse a renunciar a la fe cristiana”, o el de Joan Roig Diggle, “el joven de nuestra archidiócesis al que el papa Francisco ha declarado mártir el pasado mes de octubre y cuya beatificación esperamos celebrar pronto”.
Finalmente, el purpurado pide que la atención a los jóvenes, “sin abandonar el reto de la fraternidad”, sea la propuesta pastoral para el nuevo año litúrgico. “Eso requiere de nosotros particularmente de los ministros ordenados y de los agentes de pastoral, un examen de nuestras prioridades y de nuestras ocupaciones para estar siempre disponibles, para hacernos los encontradizos con los jóvenes que buscan una escucha sincera y atenta”.