Tras reunirse en privado con el nuevo emperador japonés, Naruhito, y con el primer ministro, Shinzo Abe, el papa Francisco hizo este lunes un significativo llamamiento en su discurso a las autoridades que refleja la gran cuestión de esta visita al país asiático: “Invito a todas las personas de buena voluntad a seguir impulsando y promoviendo todas las mediaciones necesarias de disuasión para que nunca más, en la historia de la humanidad, vuelva a ocurrir la destrucción generada por las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki”.
Después de mostrar en numerosas ocasiones la profunda impresión que le provocó el desastre nuclear en estas ciudades, el Pontífice argentino retomó la cuestión ante los líderes políticos del país para remarcar cómo la historia enseña que “los conflictos entre los pueblos y naciones, incluso los más graves, pueden encontrar soluciones válidas solo a través del diálogo”. Este constituye la “única arma digna del ser humano y capaz de garantizar una paz duradera”, subrayó el Papa, abogando a continuación por abordar la cuestión nuclear en un “plano multilateral” en el que se promueva “un proceso político e institucional capaz de crear un consenso y una acción internacional más amplia”.
En su discurso, leído en español, Jorge Mario Bergoglio volvió a hablar de la “cultura de encuentro y diálogo” presentando “la armonía, la justicia, la solidaridad y la reconciliación” como el “cemento” con el que construir “el edificio de la paz”. Puso como ejemplo el espíritu olímpico, que auguró que se cultive en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos que el próximo año se celebrarán en Japón. Deben servir para “impulsar y desarrollar un espíritu de solidaridad”.
Francisco trató en su intervención la necesidad de que la defensa medioambiental tenga en cuenta la ecología humana. “Un compromiso con la protección significa enfrentar la creciente brecha entre ricos y pobres, en un sistema económico global que permite a unos pocos privilegiados vivir en la opulencia mientras la mayoría de la población mundial vive en la pobreza”, dijo el Papa, para quien la dignidad humana “debe estar en el centro de toda actividad social, económica y política”.
Antes que el Pontífice habló el primer ministro japonés, que recordó el deseo de Bergoglio de visitar el país desde que era joven y su preocupación por el desastre nuclear. En este sentido, Abe aplaudió que Francisco distribuyera en varias ocasiones una fotografía con la imagen de un niño con su hermanito muerto a la espalda tomada en Nagasaki en 1945 con la leyenda: “El fruto de la guerra”.
El mandatario nipón destacó que su país, el único que ha experimentado “el horror de la devastación nuclear en guerra”, tiene la misión de liderar a la comunidad internacional para conseguir un mundo libre de armas atómicas.